1. Joao (II)


    Fecha: 22/03/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... y levantarme. Pero Joao se había puesto detrás de mí, y con sus piernas mantenía abiertas las mías mientras con las manos me magreaba las tetas. Finalmente me rendí y cerré los ojos. Comencé a disfrutar cada vez más esa lengua áspera y enorme que hurgaba en mi sexo en busca de miel. Cuando ésta estaba a punto de acabarse, vi que el pene del perro, largo y rosado, estaba totalmente afuera, y me asusté. Temía que el perro quisiera hacer algo más que lamer. Cuando estaba a punto de quitarme, Joao me sujetó y me dio vuelta, quedando yo boca abajo y él sobre mí. Ya estaba tranquilizándome cuando me dijo al oído: -Mira, chiquita, te voy a hacer una aclaración: esta es mi casa y Aldo es mi perro. Cualquier mujer que coja conmigo coge también con mi perro. Ya no puedes arrepentirte. Pero no te preocupes, sé que te va a gustar. Y acto seguido me tomó por las caderas y me puso de rodillas, obligándome luego a apoyar las manos en el piso. La señal fue clara para el perro, quien de inmediato se montó sobre mí y ...
    ... comenzó a restregar su pene largo y baboso contra mi sexo, buscando una entrada. Joao lo cogió entonces y me lo metió. Gemí de dolor y placer. Nunca me había metido una verga tan grande, y el perro la movía sin parar. Entretanto Joao se ponía frente a mí y me metía su verga en la boca. La chupé mientras el perro continuaba culiando, lo hizo como por 10 minutos. Yo no podía creerlo, me había corrido tres veces y el perro no paraba, como no paraba Joao de meter y sacar su verga de mi boca como si lo estuviera haciendo en mi concha. Finalmente se vinieron ambos, el hombre en mi boca y el perro en mi raja, con un chorro impresionante. Pero mientras Joao sencillamente sacaba su verga y me hacía limpiarla con mi lengua, la verga del perro se había hinchado en la base y mientras intentaba soltarse me provocaba un último orgasmo. Joao sonrió al ver la escena y me dijo tranquilamente que en unos minutos pasaría. En efecto, poco después la hinchazón bajó y el perro se soltó, dejándome exhausta sobre la alfombra. 
«123»