1. Amor al trabajo


    Fecha: 10/04/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: jorisa, Fuente: xHamster

    ... que se cogiera a cuanto desconocido se le antojara, pero nunca que me dejara por ellos. En esa agonía que produce la impotencia traté de aclarar mis pensamientos. Escribí:“Para qué buscas en otros lo que tuvimos juntos? Regresemos”Quería decírselo de frente, donde no me rehuyera, por fin se me ocurrió un lugar donde creí que no haría ninguna escena que me dejara en ridículo. Doblé la nota con el cuidado que procuran los japoneses con las cosas y, antes de ir a mis clases del diplomado, fui a su oficina, muy cerca de ahí.La recepcionista dijo que Julia estaba ocupada, que regresara a la hora de salida. Le comuniqué que no necesitaría más de 10 minutos para entregarle algo. Que ella lo podría entregar, que yo prefería hacerlo personalmente. Que era imposible. Sin mostrar m*****ia dije que la esperaría. Que como yo quisiera.Me senté con actitud de que la vida se acomoda a mí y no yo a ella, era martes, mi maestra del diplomado no pasaba lista. La recepcionista me veía nerviosa, como ocultando algo, era una mujer madura. Yo hojeaba una revista, llegaron dos hombres de traje, me dieron la espalda. Venían a la fiesta, yo lo escuché. La señorita les permitió pasar por una puerta que estaba junto al mostrador. Luego llegaron otros. También pasaron. Me dieron ganas de meterme a la fuerza, pero sólo me atreví a maltratarla con la mirada, ella fingía no darse cuenta. Entonces sonó el conmutador y contestó.—…Sí, licenciado. Son todos. No puedo, licenciado,,, es que tenemos una ...
    ... visita... No, busca a Julia... Ya le dije, pero insiste... Sí, licenciado, como Ud. diga.Colgó.—La señorita Hurtado está en una junta, me informan que saldrá en unas cuatro horas, o cinco.—Vengo a la fiesta —dije con toda seguridad, mientras le mandaba un SMS. No tenía intención de pasar e incomodarla, pero quizás así saldría. Entonces me arrodillaría ante ella.—Señor, usted no está invitado —me miraba fijamente y yo a ella, le dije que la esperaría hasta que Julia saliera y fingí leer.Por fin desapareció tras la puerta dejando un zumbido apenas perceptible. Pasaron unos minutos. Yo seguía fingiendo que leía, pero el zumbido era inquietante. Me acerqué al mostrador para indagar su procedencia. Parecía emanar de la silla giratoria, mi mano confirmó que la protuberancia acojinada del asiento vibraba. Junté y separé varias veces mis dedos en el intento de reconocer la consistencia de la humedad. Los llevé a mi nariz… entonces vi sobre el escritorio un pequeño calendario de mesa, el segundo martes del mes decía: “entrega de objetos”. Era una fiesta de intercambio de regalos. Supuse.Julia no respondía mi recado. Tal vez sí estaba ocupada, tal vez la esposa del vigilante, quien debía tener algo contra mí, se había entrometido de nuevo. Hubiera sido más sensato esperarla a la salida. Pero ya estaba en esto. Por una repentina ocurrencia crucé la puerta con el sobre en la mano, al fin y al cabo traía un objeto para ella.Se oía música guapachosa. “Bienvenido”, me decía un letrero, no leí una ...
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