1. Relato de la casa de huéspedes: mi paisano


    Fecha: 11/04/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cosas sin importancia, pero a cada momento los cuerpos se acercaban más uno al otro, y más, y más, hasta que fue evidente que los dos estábamos excitadísimos. Cuando colocó su miembro por detrás de mí fue la gloria. Fue como si mil orquestas tocaran para mí con gran entusiasmo y mi corazón repitiera su alocado ritmo. Se sacó su miembro, y hasta entonces pude ver aquel trozo de Martín que me había hecho soñar tantas veces, enhiesto ante mí, reclamando atención, sacudiéndose en mi mano. Lo acercó a mi rostro, y entendí lo que deseaba. Introduje a mi boca esa sensación pegajosa que coronaba su verga, ese glande violáceo, hinchado y pujante, con la piel echada hacia atrás, incitante, seductor, completamente viril. Mis labios tragaron esa cabeza puntiaguda y devoraron una parte del tronco regio, la carne blanca, ardiente, fragante. Mi lengua acarició el frenillo, el ojete húmedo, los bordes lisos, y deposité mi aliento y mi saliva en ese bosque de vellos castaños, en ese par de huevos dorados, de fna textura granulada, aspiré el olor de sus ingles perfumadas, impregnadas de un suave aroma de jabón de lavanda. Martín estaba ardiendo, y no perdió el tiempo en protocolos; arremetió su verga en mi boca tratando de alcanzar lo más profundo de mí, pero yo no era tan experto como para tragarme el enorme bocado. Durante algunos minutos estuvo lanzándose sobre mí como si fuera un hoyo exquisito, y terminó alojando en mi cavidad bucal una enorme cantidad de semen que me escurría por las ...
    ... comisuras de los labios. Era mi primera vez de esa forma, y no acertaba tragarme esa leche espesa, así que la arrojé sobre una toalla, pero seguí lengueteando y absorbiendo ese juguete que el destino y la fortuna habían colocado en mi camino, hasta que Martín ya no pudo más y se arrojó sobre la cama, exhausto, jadeando. Pasados unos segundos se arregló el short y salió al baño para asearse. Apenas a tiempo, porque unos minutos después llegó uno de los habitantes de la casa para pedir unos apuntes. Esa noche y la siguiente Martín y yo nos quedamos quietos, cada uno en su respectiva cama, silenciosos pero expectantes. No hablamos de lo sucedido y ninguno de los dos hizo el intento de aproximarse al otro. Un misterioso velo se corrió entre ambos, y seguimos comportándonos como si nada hubiera pasado. Dos noches después Martín tomó la iniciativa luego de acostarnos y de apagar la luz. Unos minutos después me pidió que le diera un masaje en la espalda, y cuando aparté las sabanas me percaté de que estaba completamente desnudo. Me puse crema para la piel en las manos y le dí un vigoroso masaje con las palmas y las puntas de los dedos. Su piel estaba tensa y caliente, y de repente exhalaba profundamente. Cuando terminé, le pregunté si le había gustado, y me dijo que sí, y me preguntó si me podría masajear él a mí. Yo acepté. Me acosté boca abajo sobre mi cama, vestido con un ligero calzón bikini, y él vino a mí, colocando sus recias manos sobre mis hombros primero, y después recorrió ...