1. Relato de la casa de huéspedes: mi paisano


    Fecha: 11/04/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... colocar de frente, con las piernas levantadas hacia él. Las tomó y colocó su verga en mi entrada y se impulsó para conquistar de nuevo su territorio. De esta forma nadie me había penetrado, y sentí que se adentraba tan profundamente que por un momento vi lucecitas de colores. Cielos. Había llegado a la gloria. Sostuvo su embestida casi por un minuto en todo lo hondo, sus 19 centímetros alojados por completo sin faltar uno sólo. Luego recomenzó la tarea: adelante, atrás, adelante, atrás, despacio, suave, lento, pero de vez en cuando aventándose completamente. Su hermoso cuerpo sudaba ya copiosamente pero seguía empeñado en mostrarme su estilo de amar. Su falo no cedía ni un ápice, no daba tregua, no perdía terreno. Mis carnes recibían su miembro con un temblor, mi boca exhalaba en cada arremetida un quejido sordo, mordiéndome los labios. Duró una eternidad, justamente. Cuando sus jadeos se hicieron más rápidos, de repente tomó mi verga y jaló del prepucio hacia abajo con un tirón, y allí lo sostuvo, para de nuevo. Otra vez ví estrellitas, al tiempo que mi cuerpo se estremecía violentamente con los espasmos de la eyaculación. Mi semen saltó graciosamente ...
    ... en el aire, y luego cayó sobre mi abdomen, el pecho y su mano, y enseguida sentí que él contenía la respiración, tensaba el cuerpo, y un segundo después se derramaba todo entero, inundándome los intestinos con su precioso líquido. Qué hermoso final, uno después del otro, en una sintonía casi perfecta, su verga lanzando sus dones mientras yo me retorcía de placer en espasmos continuos. Allí quedamos, por breves instantes, él todavía dentro mientras nuestras ansias se apagaban lentamente. Se acostó a mi lado, y nuestros cuerpos sudorosos se tallaron uno al otro, en un mudo agradecimiento por el placer propinado. Aaahh, que noche. Desnudos uno junto al otro, al amanecer despertamos, todavía con el olor del encuentro en la piel y el sabor del otro en los labios. El sol iba saliendo cuando salimos rumbo a las duchas, para comenzar el nuevo día. Durante seis meses o un poco más mantuvimos nuestros contactos, dos o tres veces por semana, pero ninguno fue tan intenso, tan profundo, tan placentero y tan grato a la memoria como aquella primera vez de nuestras vidas. Nos separamos pero volvimos a vernos muchos años después, y nos dimos las manos como grandes amigos. 
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