1. La reeducación de Atrana (27)


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Dominación Lesbianas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... odiaba y tanto te hizo sufrir en la escuela. Cometió una falta grave que a vos te costó dos días de suspensión y a ella la esclavitud. A partir de ahora va a vivir acá, como perra, claro. Podés hablar, Areana. –autorizó Milena y entonces Areana preguntó: -¿Qué pasó, Lucía?... -Pasó que… que no puedo negar que… que soy como vos… una perra… La señora iba a despedirme por lo que te hice en la escuela y yo no iba a poder aguantar eso… -Seguí contando, putita. –le exigió Milena y Lucía continuó: -Me dijo que eligiera entre ser despedida o ser una más de sus perras, como vos y tu mamá… -Ya veo qué elegiste… -intervino Eva. -Sí… -admitió la nueva integrante del canil. -Mañana te voy a llevar a la veterinaria a comprarte tu collar. –le adelantó la asistente. -Sí, señorita Milena… -Además te cuento que en unos días va a haber una gran fiesta en casa del Ama Amalia y vos vas a ser parte de la esa fiesta junto con estas dos… Les van a dar con todo, jejeje… -dijo sádicamente Milena. Al día siguiente Lucía, con su uniforme de colegiala, llegaba a una veterinaria cercana conducida de un brazo por Milena. Detrás del mostrador estaba un hombre viejo, calvo y excesivamente flaco, que miró lascivamente a ambas. Milena pasó por alto el morboso avistaje y dijo: -Vengo a ver collares para mi perra. -¿Qué tamaño tiene su perra? –preguntó el vendedor con sus ojos clavados en Lucía. -Es ella. –dijo Milena con desparpajo mientras señalaba a la adolescente. Lucía sintió que mejillas ardían de ...
    ... vergüenza. El viejo abrió la boca y su mandíbula cayó dibujándole en la cara una expresión estúpida. -Pero, cómo… -farfulló mirando a una y a otra alternativamente. -No tengo todo el día, señor. –dijo Milena. -¿Me va a mostrar collares para mi mascota o tengo que ir a otra veterinaria? -No, no, está bien… -contestó el vejete tratando de controlarse mientras rodeaba el mostrador e iba hacia el exhibidor de los collares. -¿Lo prefiere grueso o discreto? –preguntó. -Grueso, en lo posible negro y con tachas de metal plateado. –fue la respuesta de Milena mientras la nueva esclava tenía la vista clavada en el piso y las mejillas como brasas ardiendo. -Me muero… -murmuró. Al escucharla Milena lanzó una carcajada y dijo dirigiéndose al viejo que buscaba entre en los collares: -Mi perra tiene vergüenza… -y volvió a reír. -¿A usted qué le parece?, un animal con vergüenza… ¡Nunca se ha visto!... El vendedor, cuyo pene estaba erecto bajo el pantalón, prefirió ignorar el comentario para no seguir enredándose en un asunto que le resultaba incomprensible, pero Milena tenía un objetivo perverso y continuó hostigándolo: -¿Por qué no baja la persiana, cierra el negocio y seguimos hablando tranquilos? Lucía, al escucharla, se desesperó y oprimiéndole un brazo con los dedos crispados de su mano derecha, le imploró: -No… no, señorita Milena, por favor… con hombres no… ¡Por favor!... -¿Qué está diciendo? –preguntó el vendedor sin poder dar crédito a lo que parecía estar sugiriendo la extraña clienta. ...
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