1. No que no


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Anal Sexo con Maduras Sexo Duro Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    —No que no comadre —le decía Eulogia a Trini, mientras caminaban alejándose de la fábrica tras una (especialmente larga) jornada laboral.A Trini se le veía cansada, fatigada. Su cuerpo lo traía molido.Hacía días que la propia Eulogia se lo había advertido:—Ten cuidado comadre, yo sé lo que te digo. Ese tipo te trae ganas y cuando a aquél se le antoja una trabajadora..., uy comadre, ni te cuento lo que les hace. Lo digo porque eres casada, si estuvieras sola pues la cosa sería diferente. ‘Ora que si se te antoja pues...—No, qué se me va a pasar por la cabeza algo así. Cómo crees —Trini respondió indignada.—Pues siendo así, lo mejor que puedes hacer es pedir tu cambio. Deberías irte pa’ la fábrica de Naucalpan. Allá estarías a salvo de ese malandrín. Hasta estarías más cerca de tu casa.—Pero es que no es tan fácil que me den el cambio. Hay que meter permuta y luego ver si hay alguien de por allá que se quiera venir pa’ cá —le respondió Doña Trini.—Pues hazlo, que no te dé flojera. Todo queda en ti comadre. Piensa que también pones en peligro a Gumaro. Ya ves cómo es —concluyó Eulogia.Al oír esas palabras, a Trini le vino a la mente su esposo. Eulogia tenía razón, Si Gumaro la veía siendo“cortejada” por el Jefe de personal, poco le importaría su cargo y su trabajo. De seguro Gumaro se le iría directamente a los golpes al sinvergüenza. Y, quizás, hasta a ella misma por dejarse.Pero qué podía hacer para que aquel patán la dejara en paz. Tan sólo se le caía la cara de ...
    ... vergüenza al pasarlas canutas cuando tenía la mala suerte de toparse con Sánchez Medina. El Jefe de personal aprovechaba cualquier encuentro para expresarle sus lascivos deseos a la Señora, y, a veces, sin necesidad de palabras. Como cuando ambos coincidieron en aquel estrecho pasillo de los servicios.“¡Qué horrible fue!”, pensó Trini. Sánchez Medina procuró que colisionaran y el hombre no dudó en sacar lo mejor de la situación dándose tremendo roce de cuerpos. Bien que le acomodó el bulto.Trini no dijo nada. Ella nunca decía nada, mucho menos a su esposo. No quería que, por soltar la lengua, aquél se viera metido en problemas.No sólo estaba en juego la integridad física de su marido, sino que un evento así pondría en riesgo sus trabajos, ya que ambos laboraban en la misma empresa.Pero el actuar de Doña Trini no parecía ir con el rumbo correcto, por lo menos si lo que quería era alejarse de las intenciones de Sánchez Medina. Ella nomás no le ponía un alto y siempre callaba.—“Ay” va ese pinche barbero de Sánchez Medina —comentó Gumaro a su esposa una ocasión que le estaba revisando la máquina de coser, pues se le había estropeado —. Hasta parece que le encanta olerle los pedos; pinche lambiscón, siempre anda detrás del patrón.—Ay, tú ni te metas. No te vaya escuchar y... —le dijo Trini.—¿Y qué...? ¿Crees que le tengo miedo? —le respondió en tono brusco su esposo.A Gumaro le había dejado realmente disgustado la actitud de su esposa. Parecía que (según su forma de ver) a Trinidad le ...
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