1. Historia del chip 019 - De tiendas - Daphne 007


    Fecha: 26/04/2019, Categorías: Grandes Relatos, Lesbianas Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... orificio en cada lóbulo. El orificio se cerrará sólo cuando no esté ocupado durante un día o más. Se podrá abrir con facilidad si se requiere otra vez. También permitirá un peso superior al habitual. ¿Está bien así? —Perfecto— dijo Bernabé. Miró a Jennifer. —No sabes la suerte que tienes. Daphne no sintió nada cuando le hizo el agujero, ni cuando los nanobots empezaron a hacer su trabajo. Bernabé le dijo que en esa ocasión no habría dolor, pero al cerrarse el agujero si lo notaría. Para volver a abrirlo bastaría presionar fuerte con aro punzante o algo similar. Les daría varios. Poco a poco volvería la sensibilidad a la zona y aumentaría a medida que pasasen los minutos. Mientras tanto le colocó unos aros discretos. Eran rojos para no desentonar. Metálicos y pequeños. Pero con la suficiente amplitud para colgar lo que quisieran de ellos. Daphne supuso que le pondría unas cadenas o algo parecido. Nada de mucho peso por lo menos hasta la noche siguiente. Bernabé sacó unas figuras como de porcelana o algo parecido. No tardó en reconocerse en ellas. Había como diez. Todas la representaban fidedignamente. Desnuda y en posturas atractivas. Sexualmente atractivas. Los contornos eran tan definidos que Daphne se ruborizó. Era como llevar fotos de ella desnuda. En 3D y alta definición. Supo que habría dos colgadas de sus orejas en un rato. Bernabé estuvo un rato ajustándolas y cuando terminó se las volvió a mostrar a Daphne para proceder a quitarle los aros y colgarle las figuritas ...
    ... de los lóbulos Le trajo un espejo para que se mirase. Daphne hubiera salido corriendo a esconderse en el lugar más recóndito de la tierra, aunque quizás ya estaba en él. Las figuras se balanceaban colgadas de los lóbulos que tendían a estirarse. La forma femenina era inconfundible, aunque esperaba que nadie se diese cuenta de que se trataba de ella. Sólo muy de cerca se apreciaría su cara. Jennifer estaba mirando la cara de Daphne en una pantalla gigante. Las dos figuras eran simétricas. Tenían las manos en la nuca, proyectando los pechos. La de la derecha levantaba el muslo derecho, la otra el muslo izquierdo. Era una invitación diáfana a ser observada. Y admirada. Hasta los tacones eran iguales a los que llevaba. Al ver los zapatitos, Daphne comprendió que todo el mundo sabría que se trataba de ella. Creyó ver como cambiaba ligeramente el color de las dos figuras. Y a la vez. Debía de tratarse de una alucinación. —Ya han empezado, Jennifer— dijo Bernabé. Daphne no entendió a que se refería. Jennifer, que parecía saber sus pensamientos se lo explicó. —Las figuritas reflejarán tu excitación, Daphne. Lo que facilitará el trabajo a tus amantes. Y a ti. No hará falta que les expliques que te gusta o dónde quieres que te acaricien. Vamos a hacer una prueba. Se agachó para besarla. Después de un rato, desataron sus lenguas y Jennifer le señaló la pantalla de nuevo. Los labios de las figuritas, -los labios de arriba-, estaban más iluminados. Algo más rojizos y radiantes. —No vamos ...
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