1. La casa en la playa 7, 8 y 9


    Fecha: 15/06/2019, Categorías: Gays Autor: juanitocaminador, Fuente: SexoSinTabues

    ... domingo lo dedicaban 100% a la playa. Reparar con asfalto las rajaduras de la losa, rasquetear y pintar las manchas de humedad, cambiar cueritos resecados, encolar la silla enclenque, sacudir frazadas, darle una mano de cal al frente de la casa y a las baranditas de la vereda y reparar en fin todas esas cositas que se rompen en una casa marina que está cerrada por un año casi. Los tres trabajaban con entusiasmo, ayudándose, cantando mientras trabajaban, jodiéndose cada vez que podían, no hubo almuerzo, apenas unos sánguches y una coca a las apuradas y luego unos mates que cebó Eze cerca de las 5. Para la cena ya habían decidido salir, buscar una pizzería y comerse una buena pizza con cerveza en esa noche de sábado en el centro de San Clemente. Terminaron a eso de las 7, extenuados se sentaron en la cocina y una segunda ronda de mate sirvió para distender y descansar. Había que bañarse nuevamente y buscar la pilcha adecuada para sábado a la noche, aún no habían caído que eso era del tiempo en que se preparaban para levantar minas, lo que en ellos ya era cosa del pasado, o sería que ahora se ponían lindos para "ellos"? A eso de las 9 ya estaban listos para salir, los 3 de jeans, los 3 Levis, camisa a cuadros y sweater para Jonathan, camisa y campera de jean para Matías y buzo Adidas cortito, que apenas le tapaba el cinturón para Ezequiel que, sumado a que su jean era bastante ajustado, resaltaba su bello potito, aunque a decir verdad no era algo como para señalarlo con el dedo ...
    ... sino sólo un detalle sugestivo. Cuando estaban ya a punto de abrir la puerta, Eze se paró delante de sus amigos y con vos enérgica les dijo "ojo, esta noche la putita soy yo, nada de darle siempre a Jony, ok?", los demás no tuvieron problemas en asentir, pero Mati acotó que lo justo era un día cada uno y que entonces la noche del domingo era para él. 9.- La pizzería Caminaron rápido porque la noche estaba fría. El centro de San Clemente, en esa noche de primavera temprana, estaba desolado. Sin calor y sin turistas, San Clemente era un lugar muerto. Sólo faltaban los rollos de pasto rodando por la calle. Al fin, a una cuadra de la playa encontraron una pizzería abierta, que debía ser la única pizzería abierta en todo el pueblo esa noche. Un local inmenso en una esquina, preparado para servir a cientos de familias hambrientas cada noche, luego de un día de playa, con niños gritones y revoltosos, mujeres en soleros, de narices rojas y peladas por el sol y hombres de gruesas panzas rebalsándose del cinturón que sólo gracias al bulto del culo podía mantener el bermuda oscuro en su lugar. La típica pizzería sesentista, con grandes ventanales de madera de los que se abren hacia arriba , mesas de fórmica para 4, sin mantel, y como único adorno, estantes con botellas de vino. Esa noche, sólo Jonathan, Ezequiel y Matías serían los clientes. Entraron, un solo mozo, joven y con aspecto amable, de pantalón negro ajustado, tiro corto, chaqueta corta blanca y repasador negro usado a modo de ...
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