1. MATEO III


    Fecha: 17/07/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... quiso resistirse. Le pasé la lengua de arriba abajo, como a un helado, y volvía a metérmelo todo dentro. Esto lo hacía gemir violentamente. Me senté en sus piernas, le pellizqué los pezones, mientras presionaba con fuerza mi culo con su pene, causándole cierto dolor. No me detuve, y me seguí montando sobre él. Sentí el líquido caliente mojándome la cola. Me incline a besarle el pecho, duro como una roca. Mi lengua le recorrió desde el ombligo hasta las axilas. Cuando terminé, me contó que era la primera vez que lo hacía con un chico y que yo le había dado la mejor mamada de su vida. Me enteré que no era bisexual, y que solo le gustaban las mujeres. Le desanudé los cordones y este, ya liberado tomo posición dominante, me dio la vuelta con delicadeza, metió la lengua dentro de mi ano mientras sus dos manos me apretaban los cachetes, luego el pene entró a medias, lo saco y lo volvió a meter hasta entrar del todo. Sentí la presión entrar y salir, los testículos golpeándome las nalgas, el ruido al chocar. Sus enormes manos me agarraban de la cintura y yo gritaba en mi interior. Sabía que Mateo nos observaba desde la puerta. Ese mentiroso, ...
    ... seguramente riéndose de mí. Agustín aumentó la velocidad, no le importó que fuera un niño y me trato como una puta más de su colección. Explotó en mi conducto y tan caliente me dejó que me sentí caer desmayado. Al día siguiente, me desperté al lado de Luca. Teníamos clases. Agustín se había marchado y no pensaba regresar. Durante los días siguientes, con Mateo aprovechábamos cada momento a solas. Sobre todo en las noches, él me esperaba en su cama. Aprendí a chupársela como a él le gustaba, girando mi lengua alrededor del glande, siempre humedeciendo con mi saliva todo el pene, pasando la lengua con suaves movimientos por los testículos, el tronco y la cabeza. Aprendí a volverlo loco, y a darle los mejores orgasmos, mientras jugaba con sus abundantes risos. Fue mi maestro, el mejor. Cuando tuve que regresar a casa, con mis doce años ya sabía del sexo como ningún otro de mi edad. No volvería a ver a Mateo hasta cumplir diecisiete años, puesto que así lo había ordenado él. Pretendía un reencuentro excepcional. Un viaje, junto a Luca. Hacía el sur, rodeados por los imponentes paisajes de montañas y lagos cristalinos. Sería un viaje extraordinario, sin duda. 
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