1. El siniestro profesor Leiva. Parte 1


    Fecha: 14/11/2017, Categorías: Hetero Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... enormes tetas, pero su rostro de sonrisa fácil también llamaba la atención, y sus exuberantes nalgas, eclipsadas por sus virtudes delanteras, no dejaban de hacer girar las cabezas de los machos calientes. Como solían comunicarse regularmente vía WhatsApp, un par de días después de haber notado la turbación de su amiga, aparentemente producto del encuentro casual con el profesor Leiva, le preguntó: “qué onda que te pusiste así cuando lo vimos al profesor Leiva. No sabía que lo conocías.” Esperó unos minutos, mientras preparaba su merienda. “Nada, no me gusta ese tipo”, fue el mensaje que le llegó de respuesta. “la verdad que a mí tampoco”, confesó Natalia en su siguiente mensaje. Y agregó “¿pero a vos por qué te cae mal?” “Después te cuento personalmente, pero te adelanto una cosa: la otra vez lo vi saliendo del estacionamiento de la facultad con una alumna. ¿y a vos por qué no te gusta?” Natalia leyó el mensaje sin asombrarse. Ya le habían contado que el profesor Leiva solía acostarse con sus alumnas. Era un secreto a voces, pero aun así, su trabajo nunca estuvo en riesgo, cosa extraña, ya que la jefa de cátedra, la profesora Bustamante, era extremadamente estricta, y no dudaría en acusar frente a las autoridades de la universidad, al docente que se relacione sentimentalmente con algún alumno. Pero más extraño aún era que las adolescentes, recién salidas del secundario, accedieran a acostarse con ese tipo. Si bien las chicas tendían a aferrarse a amores prohibidos, en ...
    ... general, los que las atraían eran los profesores más facheros, y más carismáticos, y el profesor Leiva no era ni una de las dos cosas. Natalia sospechaba que usaba el poder que le otorgaba su cargo, para inducir a las chicas a hacer lo que él quería. “No sé, simplemente no me gusta”. Le contestó a Florencia. Al otro día fue a dar clases, como todos los días. Dictaba administración general en primer año. Los alumnos se llevaban bien con ella, porque era informal, y no demasiado exigente. Notaba que más de uno la miraba con deseo, no tanto por su belleza, aunque la tenía, sino más bien por el morbo que despertaba la idea de acostarse con una profesora. No estaban mal los pendejos, pensaba para sí a veces, observando a algunos de los pibes más altos, simpáticos, y varoniles. Le gustaba los que mostraban su virilidad en las acciones más comunes: ya sea en su forma de expresarse, o en sus gestos maduros, o en la mirada penetrante y adulta que ya estaba aflorando en algunos y que ella disfrutaba cuando era su receptora. Hablaban con Florencia, a menudo, de los chicos que más le gustaban, pero ambas mantenían todo eso en el terreno de la fantasía, ni siquiera eran capaces de plantearse seriamente acostarse con esos chicos a quienes casi doblaban la edad. Mientras pensaba en todo eso, y simultáneamente explicaba la definición de retroalimentación a una comisión más silenciosa de lo normal, sintió una punzada de envidia hacia el profesor Leiva, quien, aparentemente, se encamaba con las ...
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