1. Adictas Al Embarazo


    Fecha: 05/09/2019, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Sombra, Fuente: RelatosEroticos-Gratis

    ... abrir el portón de la cochera y salió tras ella. Clara se disponía a subir al baño y tomar un buen regaderazo, cuando le pareció escuchar un gemido casi apagado. Se acercó a la puerta y los vió, su niño tenía a su abu atrapada entre el auto y su cuerpo, le había levantado la falda de tubo que llevaba, dejando a la vista unas señoras bragas de encaje y transparencia, nada que ver con las pantaletas que en muchas ocaciones también le había tocado lavar de su madre. Leo metió la mano en la pendra e introdujo unos dedos en aquél chocho, un pequeño respingo delató su aún sensible coño.
    -No, por favor no, todavía sigo muy alteradita. Mejor espera, no hagas que me vuelva a mojar, voy a ir oliendo feo.
    -Al contrario abu, ojalá siempre pudiera oler tu perfume más natural.
    Sacó los dedos apenas humedos, los llevó a su boca y los pintados labios fueron humedecidos por sus caldos íntimos. Parecía brillo labial, lecual no duró mucho, pues ella se los relamió enseguida, ya se había acostumbrado a saborear sus efluvios y empezaba a disfrutar de ello.
    Se hincó enfrente de ella, besó su monte de venus y bajó la falda. Al levantarse aprovechó para asír la mano derecha de su abu y llevarla a su entrepierna.
    -Trata de no tardarte abu, vamos a estar esperándote siempre así.
    Leo llevaba una erección considerable, manejó la mano de su abuela para que no sólo la tocara, sino que recorriera toda su longitu, cerrara la palma alrededor del enhiesto falo y sopessara las grandes bolas recargadas ...
    ... de más leche.
    Rocío se safó y se subió al coche. Lo arrancó y salió en cuanto su nieto dejó abierto el portón por completo. Antes de enderezar el auto sobre el camino, con sus pupilas dilatadas y mordiéndose el labio inferior, volvió a echarle un vistazo a Leo y luego arrancó a toda prisa, como queriendo huir, para no bajarse a pecar en plena calle.
    Clara volvió a mojarse, su instinto materno le recriminaba el estar cayendo en la lujuria, en el deseo, en el pecado. Se aterrorizó de pronto, se vió sola con él, desesaba que ya se fuera a la clase de las once en la universidad como lo arcaba su horario, pero aú faltaba tiempo. Corrió escaleras arriba antes de que su hijo terminara de cerrar el portón y se encerró en el baño, cerrando con seguro.
    Estaba ya dentro de la bañera, esta era rodeada con una mapara semi transparente de color rosa, pero antes de poder abrirle al agua caliente, se espantó al llamado de la puerta. No podía ser otro que Leo.
    -Mamá, perdona que te moleste, pero es que ya no puedo aguantar más, déjame entrar al baño, que me voy a hacer encima.
    De repente los recuerdos se agolparon en su mente, lo primero que rememoró fue la primera vez que de pequeño llegó una noche a su cuarto porque se había hecho en la cama. La vez que habái aprendido a ir al baño sólo y la vez que había prorrumpido en su cuarto para dormir esa noche con ella por miedo al monstruo de abajo de la cama.
    Salió de su microtempio con el siguiente llamado a la puerta.
    -Vamos mamá, por ...
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