1. Los pechos de mi mujer y mis enormes testículos


    Fecha: 23/11/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Cuestión de gustos: los pechos de mi mujer y mis infortunados testículos Aunque les suene a tópico, la historia que sigue es absolutamente cierta, pero he omitido detalles y circunstancias comprometedoras de la misma, a fin de conservar el anonimato. Reconozco que es un relato insólito, pero anticipo que muchos lo entenderán e, incluso, que compartirán en cierta medida conmigo mis gustos. Mi mujer, que aparecerá más adelante como tal en este relato, es una preciosidad, guapa en su rostro pícaro y, a la vez, inocente, con senos grandes y firmes, de pezones prominentes que acaban en gruesos pitorros, cintura de avispa, culito generoso, duro y respingón, que se continúa en unas piernas perfectas, con pies gordezuelos y juguetones, que por cierto maneja muy bien. Tan sólo podría imputársele un defecto, su recortada estatura, en torno a metro y medio, pero está tan equilibrada en todos sus restantes atributos físicos, con excepción de su espectacular busto, que su corta talla es algo que pasa inadvertido y que, de hecho, me atrajo también de ella, al gustarme en general las mujeres pequeñas. Yo soy, por el contrario, un hombre bastante alto y delgado, normal en la mayoría de los aspectos. Debo ser agraciado para las mujeres, pues he tenido infinidad de novias y amantes, tanto solteras como casadas, pero en absoluto me consideré nunca promiscuo, aunque sospecho que embaracé a más de una de mis amantes casadas, lo que representó un aliciente extra en mis relaciones con ellas. Al ...
    ... menos así pensaba de joven, pues veía una muestra de superioridad varonil el engendrar hijos en el vientre de mujeres que luego los harían mantener por sus incautos maridos, algo que me resultaba especialmente morboso cuando se trataba de tipos que conocía y me caían mal, pese a no haberme agraviado. Mi trabajo como profesor de universidad me ha facilitado ciertamente el acceso a las mujeres, en especial aquellas jóvenes alumnas que siempre ven en un profesor a un icono que conquistar en su tránsito por el mundo universitario, aunque las chicas en general no me aportan demasiado, por su inexperiencia, por lo que siempre preferí mujeres mayores que yo, al menos hasta llegar a la cuarentena, edad en la que estos gustos suelen cambiar en los hombres y se vuelve a apreciar la frescura de la juventud. Respecto a mis atributos sexuales, son también tirando a normales, con dos excepciones. Así, aunque mi pene es de una longitud apreciable, con un grosor y una consistencia estándar, presenta una rara peculiaridad anatómica, que en algunas mujeres parece despertar sumo interés, la de curvarse acusadamente hacia la derecha a mitad de su recorrido, lo que le da una cierta forma de alcayata, aunque tampoco es que esté totalmente torcido y no dificulta en absoluto la penetración de una vagina de anchura normal. No se a qué se debe esto, quizás sea fruto de una pequeña malformación congénita que sólo se manifiesta en estado de completa erección y que al parecer le impide alcanzar una dureza ...
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