1. Los pechos de mi mujer y mis enormes testículos


    Fecha: 23/11/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... total. En todo caso, me resulta curioso que llame la atención de las mujeres, aun cuando no puedo presumir que disponer de esta morfología en el pene me preste una utilidad especial a la hora de estimularlas vaginalmente, seguramente se trata sólo del morbo que les despierta algo tan insólito. La otra rareza, por denominarla de algún modo, es el tamaño de mis testículos, que al parecer es enorme, en torno al doble del promedio masculino, según me han asegurado diversas mujeres de diferente edad y experiencia en reiteradas ocasiones. En consecuencia, mi volumen de eyaculación es mucho mayor de lo normal, en ocasiones tremendo, lo que a veces puede plantear problemas, por ejemplo tras un coito convencional, al rezumar abundantemente desde la vagina de mi compañera de cama sobre las sábanas y empaparlas. Esto es algo que siempre nos molesta mucho a ambos, especialmente a la hora de reanudar las actividades sexuales tras el cigarrillo de rigor y encontrarlas pegajosas. Y no digamos ya en el momento cumbre de una felación, cuando es realizada por una nueva pareja femenina que no ha sido advertida al respecto en la inminencia del orgasmo y siente que literalmente se ahoga. Realmente reconozco que es algo problemático, pues en las escasas ocasiones en las que de joven estuve sin pareja y, por ello, sin descargar los testículos durante un par de semanas o incluso más, con lo que creía enloquecer (no suelo masturbarme), la cantidad, la densidad, la consistencia, la fuerza de emisión ...
    ... y el intervalo de tiempo en que tuvieron lugar las sucesivas descargas de mis eyaculaciones fueron, sencillamente, inauditas. A veces me ha dado la impresión de haber derramado un yogurt, tal es la cantidad de semen, los cuajos de esperma y los rosarios gelatinosos que impregnan mis corridas, así como su aspecto general de crema viscosa, amarillenta y olorosa. De hecho, una joven amante de busto generoso que tuve, quien como verán luego jugó un papel decisivo en mi vida, solía pajearme a menudo con sus tetas y disfrutaba de contemplar como tan insólitas eyaculaciones cubrían sus grandes pechos. En una escapada veraniega que hicimos a un hotel del interior, en cuya piscina solía gustar de lucir sus pletóricas y enhiestas ubres para mi deleite y para el desasosiego de los restantes varones que se encontraban en las inmediaciones, que no lograban ocultar las erecciones que esta visión les provocaba, llegó en una ocasión a utilizar mi abundante corrida para embadurnarse a fondo sus inmensos pechos, a modo de crema de protección solar, saliendo a continuación por la terraza de la habitación, desde la que se accedía a la piscina, a tomar el sol en topless durante una media hora en la piscina, hasta que sus maravillosas tetas se resecaron y hubo de refrescarlas en el agua. Al parecer, la experiencia le gustó y a mi he de confesar que me resultó muy erótico verla con sus generosos pitones resplandeciendo de brillo bajo una densa película gelatinosa de tonalidad entre blanquecina y ...
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