1. Merecida infidelidad


    Fecha: 25/11/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Elisa, Fuente: CuentoRelatos

    ... mi cuerpo. Con mis pechos desnudos, duros y los pezones erectos, bajó la cremallera de mi falda, se posó de rodillas ante mí y, bajándome las bragas, besó mi vientre hasta llegar a mi sexo, ya al descubierto. La sutil sensualidad de Diana Krall, ambientaba de la mejor manera la estancia, cuando me posó sobre la cama para coger las rosas, arrancarle pétalos que fue posando sobre mis pechos y mi palpitante vagina. Te juro, Elisa, que el placer que sentí era mayor que el que había sentido el resto de mi vida junto. Él comenzó a desnudarse, parecía que no había lugar a las prisas. Asistí sin perder detalle del descubrimiento de su sexo, algo que jamás me interesó ver en mi marido. Ayer fue el mayor espectáculo que pude ver. Su miembro apareció poderoso, venas palpitantes talladas en un tronco de piel tensa y suave. Se me antojó deliciosa. Extendí mi mano para alcanzarla, notando sus latidos que parecían acompañar a la melodiosa voz de Diana Krall con sus movimientos. No tuve sensación de pecar, pero si así lo he hecho, no importa ir al infierno. Lo atraje para saborear su pene. Cuando lo metí en mi boca, él, delicadamente, lo retiró, puso un dedo sobre mis labios, como pidiendo paciencia y se deslizó hasta mi vagina, ocupada por un pétalo que cogió para abrir mis labios vaginales y frotarlos con él. Su lengua jugó largo rato, en suaves subidas desde mi culo hasta el clítoris, hinchado y sonrosado. Cuando introdujo su lengua en mi interior, ya no pude más, tuve un orgasmo que me ...
    ... hizo gritar, llorar y reír a la vez, mientras mis manos apretaban mis pechos, pellizcándolos, queriendo comprobar que era yo misma. Cuando los espasmos dieron lugar al relax, él se puso de rodillas, con sus nalgas sobre mi vientre. Sus testículos acariciaban mi ombligo y sus manos se posaron sobre mis ojos para cerrarlos. El comenzó a masajear mis sienes hablándome de amores, de cómo hacer felices a las flores. Bajó sus manos para seguir masajeando mi cuerpo. Creo que era una nube donde me encontraba cuando sentí su miembro frotar mi clítoris, antes de abrirse camino hacia mi interior. Despacio, fue metiéndolo y sacándolo para acelerar el ritmo al compás de nuestras respiraciones, que estaban nuevamente alteradas. Lo abracé con mis piernas para que no escapara jamás. Estaba como loca, botando sobre tu cama para intentar que me penetrara lo más profundo que pudiese mientras literalmente le comía los labios y me atreví a tocarle los testículos bamboleantes, rozando la entrada de mi vagina, para asegurarme que me estaba entrando todo lo posible. Las palpitaciones de su pene presagiaron que llegaba el momento de recibir su semen al que recibí con nuevo orgasmo que me pareció más sublime aún que el anterior. Quedamos abrazados largo rato, mientras me decía que me amaba y palabras preciosas que me vas a permitir que no te cuente y, bueno… Elisa, eso es todo o, ¿acaso quieres que también te cuente la ducha, la limpieza de la cama y demás? ―No... no, de verdad, ya vale. Me estás dando ...