1. El reencuentro tórrido con Agica


    Fecha: 10/12/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... ira. Mírame de frente, joder. No pude. No podía mirarla. No debía mirarla. Mi alma estaba tan asustada y sucia que no soportaría que la viese. Tras unos segundos de silenciosa espera, comprendiendo que yo no hablaría, retomó ella el habla. Retiró la mano del cristal. Aguarda un momento, Daniel. Ni se te ocurra marcharte o te juro por la memoria de nuestros difuntos padres que te olvido para siempre. La vi alejarse en dirección a un hombre y un par de niños que esperaban a una distancia prudente. Él era alto y delgado. Vestía un traje negro, hecho a medida. Los niños eran rubios, con sendos trajes también oscuros. El hombre cogía las manos de ambos con firmeza. Mi hermana se reunió con ellos y habló con su marido. Él me dirigió varias miradas y luego asintió otras tantas veces. Luego Sandra se agachó y repartió sendos besos en la frente de sus hijos. Caminó de vuelta hacia mí. Bajé la mirada de nuevo. Mi alma estaba sucia, podrida. Voy contigo —dijo antes de abrir la puerta del acompañante. Voy al aeropuerto... Pues te acompaño. Su tono de voz no admitía réplica. Era seco, carente de tonalidad. Nunca oí a Sandra hablar así. Me demoré unos instantes en arrancar el vehículo mientras me colocaba el cinturón de seguridad. Me aseguré , mirando solo su cierre, que Sandra hubiese hecho lo mismo. No debía mirarla. No. Mi alma podrida. Conduje despacio. Esperaba la inevitable discusión y no quería reflejarla en una conducción alocada. Ya se habían ido bastantes por hoy. Eres un cabrón ...
    ... —dijo al poco de alejarnos. No respondí. Al fin y al cabo, en casi todos los aspectos de mi vida, tal insulto era innegable. Repito: tengo un hermano cabrón. Un hermano que no acude a la boda de su hermana, ni al bautizo de sus sobrinos. Un hermano del que no sé nada desde hace casi diez años. Y que solo aparece, tarde y mal, al entierro de papá y mamá. Estaba ocupado. Asuntos varios. Trabajo. Esas cosas. Y una mierda, Daniel. Nos has borrado de tu vida. A todos, a mi. No me insultes ahora mintiéndome. Lo de papá y mamá ya no tiene remedio. Pero yo... ¿qué coño te he hecho yo? Trabajo —repetí. Me desvié hacia la entrada de la autovía que llevaba al aeropuerto. Trabajo, ya sé. Mucho trabajo. Tanto trabajo tienes que no encuentras un solo minuto para llamarme, ¿verdad? Con papá y mamá lo entiendo. Pero conmigo... ¿se puede saber qué hostias pasa conmigo? Pasé página. Un cambio existencial. Deja de hablar así, por favor. No soporto las chorradas metafóricas. A mi háblame en cristiano. Quise olvidaros. ¿Mejor así? ¿Por qué? Tú lo sabes bien. Ah, ya, claro. Cómo no. La noche en la que nos acostamos, ¿verdad? Sí. Pero también... Que papá y mamá nos pillaron. Sí, vale. ¿Y qué? ¿Es eso motivo suficiente para despreciarme? Ya te lo he dicho. Quise olvidar, pasar página. Tiene sentido, ¿no crees? Sandra golpeó con un manotazo el salpicadero. ¡Soy tu hermana, joder! ¿Acaso no nos queríamos? Me dejaste tirada. Como una puta cualquiera. Una zorrita a la que joder. Dime, ¿eso fui para ti? ...
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