1. Don Esteban el profesor


    Fecha: 12/12/2017, Categorías: Gays Primera Vez Autor: Elegos, Fuente: CuentoRelatos

    ... estaba empalmado. La toalla a modo de minifalda tapaba lo justo y a él se le iban los ojos hacia abajo todo el rato. Creo que ese día fui al servicio más veces que nunca, solo para ver cómo me comía con los ojos cada vez que yo me paseaba de aquí para allá. Fue una tarde muy divertida y me dio una gran idea para hacerlo saltar sobre mí lleno de deseo sexual. Así que me dirigí a un centro comercial y me compré una minifalda a cuadros, unas medias blancas, una blusa también blanca, añadí al lote un tanguita negro que ya tenía para ocasiones especiales. La tarde en cuestión me presenté en su casa, normalmente vestido y le pedí permiso para ir al aseo. Allí me cambié y me pinté un poco los labios con un rojo chillón. Cuando salí, no estaba en la mesa, estaba en su despacho hablando por teléfono. Así que me senté y empecé a hacer los ejercicios como si tal cosa. Al rato llegó y se sentó a mi lado. No decía nada, y yo me moría de la vergüenza. Pero seguí haciendo los ejercicios. Todo era mejor que levantar la vista y verlo. Después de lo que pareció una eternidad, por fin carraspeó y dijo: —¿Esto es por mí o es que tienes una fiesta de disfraces? —S… sí—dije tartamudeando muy nervioso. —¡Emm! ¿Sí es por mí o sí es una fiesta? —Por ti, claro. Es que el otro día… como te gustó lo de la toalla, había pensado… ya sé que es una estupidez… me pareció una buena idea… en mi cabeza parecía mejor… lo siento… me cambiaré ahora mismo… por favor, no se lo digas a mis padres, ¡Ay, Dios mis ...
    ... padres!—creo que empecé a llorar. Él seguía callado y de repente dijo: —Bueno ya que es para mí levántate y déjame ver. Me levanté y le enseñé el modelito. No me atrevía a mirarlo a la cara, solo miraba el suelo. Él me fue indicando que adoptase diferentes posturas. —¡Vaya! Mírate estás hecha toda una estudiante, aunque con esos labios pareces una putilla. —Sí —dije sin saber muy bien que decir. —¿Vas a contestar a todo que sí? —Sí —dije esta vez sin vacilar. —¡Perfecto! —Dijo y añadió en tono socarrón: —¿Entonces quieres que te convierta esta tarde en mi putita y te reviente a pollazos? —Sí —¿Y creen que te mereces tener mi polla en tu culo? —Sí Cabrón, estaba jugando conmigo. Estaba mareándome a preguntas para humillarme. Él permanecía allí sentado disfrutando del espectáculo. Y yo estaba hecho un mar de nervios, y encima cada vez estaba más empalmado. Por fin se levantó. Se me acercó de forma suave. Se me acercó por detrás y me olió la nuca. Mientras me rozaba con sus dedos las piernas en el límite de los que tapaba la falda. No dejaba de insultarme entre susurros y yo cada vez la tenía más dura. De repente me cogió de los pelos y me arrastro hasta el dormitorio. Al llegar me tiró al suelo y me dijo que no me levantase. Se desvistió poco a poco. Era portentoso, desde aquella posición era enorme, un gigante cubierto de pelos. Tenía una polla de unos 20 centímetros, gorda muy gorda, la mayor que jamás hubiese visto. Mi culo no estaba preparado para aquello y lo sabía; pero eso ...