1. La primera venida de mi amiga


    Fecha: 07/02/2018, Categorías: Primera Vez Masturbación Autor: marcolopezlit, Fuente: xHamster

    ... un par de recipientes de hielo en la jarra para que el líquido estuviera bien frío. Mientras lo hacíamos, mis ojos no se apartaban de sus pechos, que se movían al compás del cuchillo. Ella, estoy seguro, se dio cuenta. Pero no dijo nada. Mientras lavábamos los limones un par de chorros de agua salpicaron a Claudia, dejando a la vista amplios parches de piel.Y, pese a que se sonrojó bastante, no se cambió de ropa.Más tarde, mientras bebíamos la limonada, me puse a jugar con los hielos, pasándolo por sus brazos y su cuello. Casi al instante, vi cómo sus pezones se ponían erectos. Ella se dio cuenta. Seguí pasando el hielo por su piel hasta que llegué a sus piernas, en donde arrancó ligeros gemidos de placer. Su rostro se había convertido en una máscara roja.Sin embargo, supe aprovechar mi oportunidad. La tomé de la cintura y le planté un beso en la boca con toda la suavidad que fui capaz de imprimir en el beso. Su cadera de inmediato se pegó a la mía, y por su mirada me di cuenta de que ella sentía mi erección.Claudia se rió un poco y luego me tomó de la mano. Subimos a su habitación y lo primero que hizo fue quitarme la camisa. Luego, puso una de mis manos sobre sus pechos, vestidos aún. El tacto era increíble. Jugué con su pezón derecho durante un par de segundos, antes de que la tumbara sobre la cama, le quitara la playera y comenzara a chupárselos. Los gemidos de placer no se hicieron esperar.Procedimos a quitarnos los pantalones y casi de inmediato la ropa interior. La ...
    ... visión de su cuerpo desnudo me persigue desde entonces. Su pubis, sin depilar, era un área salvaje e inexplorada que me estaba esperando desde hacía tiempo. Mis manos se tomaron su tiempo en llegar desde su boca hasta su vagina, húmeda y caliente. Mis dedos se deslizaron a su interior como si se tratara de un cuchillo entrando a mantequilla caliente. Sentí su mordida en un hombro.Me aseguré de que las yemas de mis dedos recorrieran la totalidad de su caliente coñito y, luego de varios minutos de jugueteo, le pedí que se pusiera sobre sus rodillas. Sus nalgas perfectas se alzaban ante mí. Le di un par de nalgadas, lamí sus nalgas, acaricié cada centímetro de sus glúteos como si se tratara de la tela más suave, pues su culito era más suave que cualquier tela. Acto seguido, presioné su ano con mi pulgar y con una lentitud calculada con frialdad lo deslicé hacia abajo, hacia la raja que esperaba una embestida. Cuando mi dedo alcanzó su clítoris -los temblores que se adueñaron de su cuerpo me lo dijeron- mi lengua se introdujo en los pliegues de su vagina, acariciando, lamiendo y saboreando cada segundo que pasaba ahí.Ella se encontraba gimiendo de verdad y por entre sus piernas escurrían chorros hirvientes. De pronto, sentí que todo su cuerpo se ponía en tensión y, unos segundos más tarde, se relajaba. "Me vine", me dijo, y era verdad. Mi boca se había llenado de ese extraño pero delicioso líquido que guardaba en sus entrañas.Con sus manos aún sobre su vientre y pellizcando sus ...