1. Heil mama (Cap. 1)


    Fecha: 10/02/2018, Categorías: Incesto No Consentido Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... de forma más o menos sutil. Me trataba como si fuese un niño disfrazado que jugaba a ser un nazi. Más de una vez me daban ganas de insultarla e incluso de cruzarle la cara de un bofetón, pero por no disgustar a mamá siempre me callaba. —Vaya, veo que sigues llevando la cabeza rapada. Qué pena, con los rizos tan bonitos que tenías de pequeño —dijo, en ese tono burlón que me ponía de los nervios. Estuve a punto de decirle que su melena negra y ondulada parecía la de una bruja gitana, pero me contuve porque mi madre entró en el salón y se sentó junto a ella en el sofá, mirándola con cariño. Le encantaba tener a su hermanita allí, y no iba a ser yo quien le amargase el día. Viéndolas juntas, costaba creer que fuesen hermanas. Mamá era bajita y con muchas curvas, caderas anchas, buen culo y pechos grandes, un cuerpo difícil de disimular incluso con el más recatado de los vestidos. Merche le sacaba al menos quince centímetros de estatura, tenía las tetas pequeñas y estaba en muy buena forma, ya que había hecho atletismo en el instituto y continuaba haciendo deporte. Lo más llamativo de su cuerpo eran sus piernas, largas y bien formadas, de piel bronceada. Recuerdo que a mi padre tampoco le caía muy bien su cuñada, pero nunca perdía ocasión de echar una mirada a esas piernas cuando ella llevaba falda corta, lo cual sucedía a menudo. En cuanto a su rostro, Merche era más atractiva que guapa. Tenía la boca ancha, una bonita sonrisa y una nariz algo grande y aguileña que había ...
    ... heredado de mi abuela, al igual que los ojos marrones. —¿Sabes qué, Paco? La tía Merche va a quedarse con nosotros un tiempo. Por fin vamos a darle uso a la habitación de invitados —dijo mi madre, encantada con la idea. —Sí, ya estoy harta de vivir en el centro. Voy a vender el piso y a buscar algo en un barrio más tranquilo —dijo Merche. —Pero sin prisas, ¿eh? Ya sabes que puedes quedarte todo el tiempo que quieras —dijo mamá. —¡Que sí, Puri, no seas pesada! Dicho esto, Mercedes rodeó a su hermana con un brazo y la atrajo hacia sí para darle un sonoro beso en la mejilla. Mi madre se rió, como una niña a la que le hacen cosquillas. Me gustaba verla tan contenta pero al mismo tiempo no me gustaba la idea de tener en casa a la tía Merche. No solo porque no me caía bien, sino porque estaba un poco celoso. Tampoco podía culpar a mamá por su entusiasmo. Yo me pasaba las mañanas en clase, estudiando formación profesional, y las tardes con mis amigos, por lo que la mayoría de los días apenas nos veíamos, y era normal que se sintiera sola. Un rato después, cenamos los tres juntos, y mientras mamá ayudaba a mi tía a deshacer las maletas e instalarse, yo me di una ducha y me encerré en mi habitación. Mi cuarto no estaba decorado como el resto de la casa. En una pared colgaba una gran bandera roja con una esvástica, y en las demás se mezclaban los símbolos nazis y franquistas con fotos de modelos ligeras de ropa, aunque ninguna estaba desnuda (yo no era tan puritano como mi madre pero por ...
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