1. Heil mama (Cap. 1)


    Fecha: 10/02/2018, Categorías: Incesto No Consentido Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... respeto a ella me imponía ciertos límites). Tenía una pequeña televisión con un vídeo VHS, donde veía sobre todo las pelis porno que tenía escondidas en mi armario, junto con algunas revistas. En aquella época poca gente tenía internet, y yo ni siquiera tenía ordenador, así que el porno había que esconderlo de verdad, y no solo borrando el historial de exploración. En cuanto me quedé a solas en mi cubil supe que había llegado el momento de hacerse una buena paja. El incidente con la cubana me había dejado a medias, y recordar la sensación de sus tetazas en mi mano me la puso dura al instante. Por un momento, también me vino a la cabeza la imagen de mi madre y su hermana juntas en el sofá, el abrazo, el beso y sus cuerpos apretados uno contra el otro, tan distintos pero tan excitantes cada uno a su manera. Deseché de inmediato tan inapropiada fantasía y abrí el armario. Aunque tenía material bastante “hardcore”, esa noche me decidí por una de mis últimas adquisiciones. Tal vez algunos recordéis ese número de la revista Interviú en cuya portada aparecía Marta Sánchez, peinada y maquillada a lo Marilyn Monroe, con un albornoz blanco. Por supuesto, en las fotos del interior mostraba sus magníficas tetas. En efecto, en aquellos años Marta Sánchez me ponía muy burro, como a la mayoría de los españoles, y supongo que también a bastantes extranjeros. Me importaba una mierda si cantaba bien o mal, estaba tan buena que por echarle un polvo habría sido capaz de... no sé, de darle un ...
    ... abrazo a un negro, por ejemplo. Era producto nacional, rubia y con curvas, ¿qué más se podía pedir? Me tumbé en la cama con la revista y en pocos minutos me corrí sobre su cuerpazo y su cara. Tuve que tirar a la basura dos páginas de la revista, pero mereció la pena. Mientras mi respiración se normalizaba y mi verga perdía volumen pensé que, sin lugar a dudas, la mujer perfecta era una mezcla ente Marta Sánchez y mi madre. Un rato después, seguía tumbado en la cama dándole vueltas a los sucesos del día. ¿Quién coño era ese gigante negro que nos había dejado en ridículo? ¿Qué haríamos si nos lo encontrábamos de nuevo? ¿Cuánto tiempo pensaba quedarse la pesada de mi tía? Normalmente un pajote y ver la tele un rato tumbado en la cama bastaban para dormirme, pero esa noche no lo conseguía. Para colmo, de vez en cuando escuchaba ruido en la habitación de invitados, que estaba cerca de la mía. Eran mi madre y su hermana, hablando en voz baja y riendo de vez en cuando. Escuchaba sobre todo la risa de Merche, más ordinaria y escandalosa. A eso de las once, me entró sed y me levanté para beberme un zumo o algo. Cuando salí al pasillo, la puerta de la habitación de invitados estaba un poco abierta. Por la rendija escapaba la suave luz de la lámpara que había en la mesita de noche, pero no se escuchaba nada. Mi tía Mercedes debía estar leyendo. Uno de los motivos por los que se creía mejor que el resto de la familia era porque leía libros. Bah, que esa zorra pretenciosa leyese lo que ...
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