1. En medio de los dos


    Fecha: 19/02/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... de una sensación a otra como en un viaje irreal, alucinante y delicioso. Qué manera de coger la de estos machos jóvenes, briosos y fuertes. Mario fue el primero que terminó, exhalando un largo quejido de placer. Su polla lanzó fuertes chorros de leche que inundaron mi boca, derramándose por las comisuras de los labios, prendiéndose a sus vellos oscuros, corriendo por entre sus dedos que intentaban contener el blanco río fecundo. No me cabía tanto semen. Felipe seguía sin embargo dándome, hundida su daga hasta la empuñadura. Yo estaba a punto y empecé a pajearme, atravesado aún por esa lanza que no cedía.Aquello era demasiado para mí, y me vine casi enseguida. Mis espasmos fueron placenteros como nunca, mientras que Felipe, contagiado por el éxtasis nuestro apuró su vaivén, y pronto emitió un rugido, a punto de despeñarse en el abismo del placer. Su clímax fue increíble: sus gemidos y sus contracciones parecían inacabables, sus dientes se marcaron sobre mi hombro, trasmitiéndome toda su energía, haciendo que mi cuerpo volviera a estremecerse.Agitados y sudorosos, los tres, nos derrumbamos uno sobre el otro, y seguimos acariciándonos durante largo rato. Sí, aquella fue mi primera y única experiencia con dos hombres simultáneamente. Y si me preguntan, volvería a hacerlo. EN MEDIO DE LOS DOS, YO. Mario y yo fuimos a tomar unos tragos al departamento de Felipe, un amigo de él, para relajarnos de las tensiones producidas por una intensa jornada de estudios en la escuela. Era ...
    ... viernes y al otro día no teníamos planes, así que podíamos quedarnos hasta muy tarde. Felipe resultó un agradable anfitrión, obsequioso y amable. Sus padres tenían algo de dinero, y podían pagarle la renta de un departamento situado cerca de la escuela, no demasiado grande pero sí bastante acogedor. Igual que Mario, Felipe era muy alto, de 1.83 según contó. Los dos se mostraban fornidos, de espaldas anchas y brazos y piernas fuertes y bien torneadas. Yo apenas llegaba al metro sesenta y cinco y poseía una complexión mediana, no desproporcionada pero escasamente ejercitada. Si bien sus físicos se parecían, ambos eran totalmente diferentes. A Mario le distinguía la piel morena, con esa chispa de negritud que acentuaba sus rasgos fuertes, los labios sensuales, los pómulos marcados, y los ojos verdes que ilustraban un mestizaje elegante; Felipe, en cambio, tenía la piel clara y unos mechones dorados, una cara afilada y unos labios finos. Entre la música y las copas empezaron a tratar de demostrar quién era más fuerte, y se pusieron a jugar vencidas. Sus brazos hinchados de venas temblaban por el esfuerzo concentrado. La primera ronda la ganó Mario, y yo celebré al igual que él ruidosamente. Era mi hombre. Yo era el depositario de su masculinidad, su amor secreto, Pero nadie en la escuela lo sabía, y hasta ahora sigo creyendo que nadie en la casa de huéspedes donde vivíamos lo supo. Felipe instó un segundo round de vencidas. Se arremangó la camisa y tendió el brazo. Esta vez fue el ...
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