1. Las dos esposas de mi tío: Gabita y Rosita


    Fecha: 20/02/2018, Categorías: Incesto Confesiones Autor: brandonloredo, Fuente: CuentoRelatos

    Mi tía Gabita se fue de la ciudad, problemas con mi tío llevaron las cosas al extremo, se divorciaron, y yo me quede solo con el recuerdo de tantas noches de pasión. Y me mataba a pajas. Luego entonces la casa de mi tío quedo sola, y con el tiempo busco otra pareja, y la verdad no se ni para qué, porque igual la dejaba largas temporadas sola. Y a mí merced. Ella era menudita, y de estatura mediana, cabello rizado, labios gruesos y jugosos, y tenía un aire provinciano, y se vestía igual. A mí me encantaba, además de su culito muy paradito y pequeño, sus tetas normalitas, una delicia de mujer. Nada que ver con mi tía Gabita, quien era una mujer impresionantemente frondosa y seductora, y pues con mi tío le faltaba macho, yo fui su consuelo y escape sexual, pero las cosas buenas no duran mucho. El tiempo había pasado ya, yo había terminado mi carrera de técnico, y tenía un buen empleo, en lo sexual ya había disfrutado de muchas aventuras, y mantenía un tórrido romance con una morena hermosa llamada Queen, pero la tentación de lo prohibido me tentaba. Y empecé mi labor de acecho sobre la nueva tía, quien era madre soltera y llevó con ella dos hijos pequeños, condición que mi tío acepto, con tal de que ella le hiciera compañía cuando se dignaba regresar a casa. Se llamaba Rosa, y yo la visitaba con cualquier pretexto en su casa, mi tío como siempre no estaba, y tardaría meses en volver, y empezamos a hacer buena amistad, pero yo siempre apuntando sobre sus necesidades sexuales, ...
    ... ella esquivando un poco. Un día me encontraba solo en casa, cuando llego ella preguntando por mis padres, a lo que yo le indique que no se encontraban y ella dijo que volvería más tarde, sin pensarlo mucho la acompañe a la puerta, y ahí un impulso sexual muy fuerte me hizo tomarla por la cintura y la atraje hacia mí, pegando sus nalguitas a mi verga, que ya estaba durísima. Ella se sorprendió y me increpo airadamente. – ¿Qué haces, porque me abrazas? -¡suéltame por favor, no hagas locuras¡. Pero yo la empecé a besar el cuello frenéticamente mientras le susurraba al oído, -Es que me gustas mucho tía, me vuelves loco. Mis manos subieron como resortes hacia sus tetas, tomando una en cada mano, buscando sus pezones, y pellizcándolos suavemente, ella seguía luchando por zafarse de mi abrazo. -¡Nos van a descubrir, suéltame! -¡espera solo un beso!, dije yo. Y ella aflojo un poco, estaba cediendo, cosa que aproveche y metí una mano bajo su faldita corta que llevaba puesta, y pude palpar sus calzoncitos con encaje, sus piernas tersas y duras, y su puchita palpitante. ¡Plop! sonó fuerte la cachetada que me dio mi tía Rosa, quien se había zafado de mis brazos y me disparo tremendo derechazo. -¡Le diré a tu papá!, me amenazo mientras que abría la puerta y se dirigió a la suya, moviendo su culito rítmicamente, woow, chiquita pero picosa la nueva tía. La cosa se ponía muy interesante, pero iba a ser difícil que cayera en mis redes. Pasaron algunos días, y una tarde se me ocurrió ir visitarla ...
«1234»