1. Las dos esposas de mi tío: Gabita y Rosita


    Fecha: 20/02/2018, Categorías: Incesto Confesiones Autor: brandonloredo, Fuente: CuentoRelatos

    ... recamara, el paquete lo había dejado en la sala, y mi intención era encontrarla en alguna posición incómoda donde pudiera verle sus calzones o algo. Ahí estaba ella, envuelta en una toalla d espaldas a mí, recién había salido del baño, y se disponía a secarse y vestirse supongo. Sigilosamente llegue junto a ella, y la tome por la cintura, ella dio un grito, y manoteo –¿Qué haces cabrón?, -¡otra vez me asustaste, ya me tienes harta! Yo le besaba ansiosamente su cuello, y mis manos había hurgado bajo la toalla, y encontré lo que buscaba, su panochita, y su matita de pelos, ella intentaba zafarse como siempre, yo empeñado en cogerla. La toalla cayó al piso, y quedo desnuda completamente y en mis brazos, con sus nalguitas pegadas a mi paquete, que para ese instante estaba a reventar, ella lo sintió entre su culito, cedió un poco, mis manos seguían en lo suyo, había encontrado la rajita y mis dedos acariciaban su clítoris, que se había puesto muy duro, lo tenía grandísimo, ella mojada ya. -¡no, no, no, protestaba ella, no me hagas esto!, pero con poco animo de que yo parara, porque esta vez no hubo cachetada, solo besos furiosos de su parte. ¡Por fin!. Ya vencidas las barreras me desvestí apresuradamente, y quede en pelotas también, con la verga bien tiesa, ella la miro y abrió los ojos, vaya, vaya conque si es verdad, que la tienes buena, me habían contado eso pero no lo quería creer. -¿Quién te conto?, pregunte, ella rio pícaramente. –¿quién crees? –no sé, y ella me la tomo ...
    ... como midiéndola con sus dedos, luego aclararíamos eso. Ahí estábamos los dos desnudos mi tía y yo, ella tan menudita, tan frágil, su cuerpo tan fino, y tan delicioso, mis manos no cesaban de buscar, ella también encontró lo que le gustaba, mi verga tiesa y chorreante de líquidos seminales, mis huevos llenos de leche caliente esperando el momento de explotar. Ella se mojaba muy rico, derramando sobre mis dedos su jugos vaginales, y entrelazados fuimos a la cama, los juegos del sexo había comenzado. Ella se resistía por momentos, intentando abandonar el acto, ¡mejor no, decía, y se resistía!, yo tenía que hacer algo para derribar de una vez por todas sus barreras. ¡Tengo que poseerla, tengo que metérsela! -luchábamos los dos en la cama, ella con las piernas cerradas y yo intentando abrirlas, hasta que por fin en una de esas me puse en medio, mi verga pelada estaba lista para perforar, y sin tientos se la metí toda, ella gimió con un suspiro profundo, ya la tenía adentro toda, ahora a moverse, que la yegua es bronca. -ella respiraba entrecortadamente muy de prisa, creo que se había calentado de mas, y ahora apretaba rítmicamente mi verga con los músculos de su vagina, sus piernas abiertas de par en par, bellas y turgentes se enlazaron a mi cintura, y sus uña se clavaron en mi espalda, mientras susurraba ardientemente en mis oídos –¡cógeme¡, -¡cógeme mucho¡, tanto tiempo sin nada, necesito más, dame más, dámela toda cabrón¡ La pasión se había desatado, su exigencia de verga era ...