1. Mi padre me cuida la verija


    Fecha: 25/02/2018, Categorías: Sexo Duro Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    ... jugosa gruta que se le ofrecía.Apretadita, húmeda y calientita, así sintió la bienvenida al mundo de los hombres que La China gustosa le daba.—Así papacito, párchame sabroso, ahhhmmm... —decía La China.—¡Qué rete rico es esto, ufff! No lo puedo creer, aaah... —gritó el afortunado.Los movimientos de la cópula, influenciados por el instinto del joven, comenzaron a acelerarse en búsqueda de la colmada satisfacción.—Calma, calma... esto es mejor poco a poco... eso, así —le dijo la experta, mientras contraía y relajaba los músculos pélvicos, con talmaestría que le ayudaba al chico a relajarse cuando era necesario.Fue así que el novicio se dio el gusto de penetrarla de patitas al hombro; culearla de a perrito; servirle de montura a tan experta jinete yofrecerle sus muslos de humilde trono a tan popular infanta, quien daba ricos y chasqueantes sentones.—Ya corazón, ´ora sí, échame tu leche, ¡auh! —dijo la vigorosa China, una vez llegado el momento.Tan buen discípulo fue aquel chico que explotó cuando le indicó su instructora.—¡Hum... qué rico! —gritó ella al sentir la húmeda simiente en su interior. Aquello siempre era como un trofeo personal. Se lo había ganado.La China se volteó para lamerle los residuos que quedaron en su verga.—Hmmm... Esto sí es pura leche condensada —dijo al saborear la lefa del satisfecho y feliz chico.La China ya había beneficiado a otros tres hombres cuando sacó su puesto de tamales al llegar la noche. Rodeada como siempre de una variedad de clientes ...
    ... masculinos, La China disfrutaba de plática amena, mientras servía el atole y repartía los tamales de diferentes sabores.—Oye, ¿te avientas un cuarteto con nosotros? —le inquirió un comensal señalando a dos de sus amigos.—Sí, claro, ¿pa´ cuando? —dijo sin retraimiento la muchacha.—Pu´s ´orita de una vez.—No, hoy si no. Estoy rendida. Me eché a siete en todo el día. Pero si quieren mañana hay chance —les contrapropuso.—Órale va —contestaron los tres casi al unísono.La vida le era muy alegre a la desinhibida chamaca, y no exigía más.A la mañana siguiente, Cristina barría su banqueta para empezar el día. Lejos estaba de pensar que ese día se vería trastocado.Un hombre de unos cincuenta años caminaba por la calle solitaria y se dirigía hacia ella. Vestía con ropa vieja y algo sucia. Hasta que estuvo a un metro de distancia lo notó, aunque tardó un segundo en reconocerlo, era su padre.«¿Por qué está aquí? Le echaron diez años», pensó La China.—¿Qué haces aquí? No me digas que te fugastes —fue lo primero que su hija le dijo.—No, tranquila. Me dejaron salir por indebido proceso —dijo él.Sabino la había dejado de ver desde hacía cinco años, cuando lo metieron preso. Le había ordenado a su esposa que nunca llevara a su hija en las visitas, no quería que la estuvieran malviendo otros internos o incluso los custodios. Ni siquiera cuando ella ya fuera grande.La esposa había fallecido hacía un par de años y ahora Sabino era la única familia de Cristina.El hombretón abrazó a su hija. Sus lágrimas ...
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