1. Mi padre me cuida la verija


    Fecha: 25/02/2018, Categorías: Sexo Duro Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    ... Cristina.—Sí, ya lo sé —respondió La China de mala gana, pues no le gustaba que la cohibieran.Sin embargo, y como era habitual, La China, no tardó en ligar. Apenas en la primera semana de clases, ya tenía a siete chicos que la seguían como perros en celo tras perra en brama. No obstante, Sabino, que ya se había olido que su hija andaba en “malos pasos”, pues diario llegaba más tarde de lo esperado, la fue a buscar una tarde. Al no encontrarla en la escuela, recorrió calles en su busca.Nada ingenuo, Sabino preguntó por los moteles más cercanos y hacia allá se había dirigido. No estaba errado, apenas a tiempo, atajó a su hija y a aquellos otros chicos quienes muy felices ya se dirigían hacia las puertas de un motel. Nomás verla rodeada de machos, y dispuesta a entrar junto con ellos a aquel lugar, lo encendió. La apartó de ellos tomándola rudamente de un brazo y se la llevó.—¡Lo sabía! Sabía que me ibas a salir igualita de güila que tu madre. Desgraciada, nomás por sus correrías me refundieron en la cárcel—le increpó Sabino.—¡No hable así de mi madre! ¡Ella no tuvo la culpa de que sus mugrosos celos lo llevaran a...! —le gritó la insurrecta, pero fue interrumpida por una bofetada de Sabino.El encabritado padre la dejó callada. Cristina no recordaba que su padre le hubiese puesto una mano encima antes, pero tras el golpe recordó. Su padre era un hombre violento, lo había demostrado con su madre y ella había sido mudo testigo.Desde tal ocasión, Sabino ya no permitió que su hija ...
    ... saliera sola. Ni siquiera dejó que siguiera con sus estudios como antes había prometido. El machista y controlador progenitor prefería ver a su hija privada de educación que convertida en la viva imagen de su difunta esposa, una hembra tan ponedora como gallina culeca (según decían).Por tanto, Cristina se dedicó a ayudarle a su padre en las labores del rancho. Cristina se la pasaba encerrada en Rancho Alegre (aunque no tenía nada de alegre para ella).Al mes de no tener verga, la sangre le bullía como agua en hervor. Por las noches, Cristina se destapaba y, quedando en ropa interior, se metía el dedo bajo sus pantaletas. Éstas se humedecían muy fácilmente.—¡Carajo, y para acabarla de amolar dormimos en el mismo cuarto! —se decía la pobre muchacha, sabiendo que al tener sólo una habitación se veía despojada de la privacidad necesaria para darse una buena dedeada.Aún así no dejaba de tocarse la verija, aunque ahogaba los alaridos lujuriosos que ella misma se provocaba.Con una de las yemas de sus dedos comenzó a frotar su clítoris imaginando que se trataba de la punta de un pene. Luego, utilizando dos dedos, lo masturbaba estimulándose al máximo.«¡Uy, ya no aguanto!», pensó para sí. «Mañana mismo le entrego las nalgas al primero que pueda». Con tal pensamiento tranquilizó su mente y por fin pudo dormir.Al siguiente día, la joven recolectaba manzanas de uno de los árboles del huerto. Vestía únicamente con un ajustado vestido rojo que delineaba su curvilínea silueta. Así pensaba ...
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