1. Primera ves mi cuñada y yo


    Fecha: 06/03/2018, Categorías: Incesto Autor: flowhot, Fuente: RelatosEróticos

    Katy, mi cuñada, es dos años menor que mi mujer, morena, de larga cabellera ondulada, ojos verdes y almendrados, labios grandes y carnosos, unos pechos grandes pero firmes y bien puestos, unas piernas largas y torneadas y un culo redondo, fuerte y paradito que te dan ganas de darle un bocado... En fin, un autentico bon bon. No es que mi mujer sea fea, pero la belleza y los rasgos de su hermana son simplemente superlativos. Además los resalta con su manera de vestir: minifaldas o pantalones ajustadísimos que le destacan las curvas, camisas y camisetas con escote generoso, y zapatos con tacones de aguja de todos los colores y medidas. Aún así, siempre la veía como mi cuñada y, aunque he pensado muchas veces que me la habría cogido con gusto, nunca me lo había planteado como una posibilidad real, hasta que pasó lo que pasó... Mi mujer y yo vivíamos desde hace años en un piso amplio con cuatro habitaciones, unas de las cuales, destinada a los invitados, estaba siempre vacía. Un día mi mujer me dijo que su hermana, que había estado trabajando en Montevideo durante casi dos años, volvía a vivir a la ciudad de Colonia y que iba a ocupar la habitación de invitados durante unos meses, hasta que encontrara algo para ella que estuviese lo bastante bien."Ningún problema" le dije, no imaginando que aquella situación me llevaría a momentos de mucho placer. Al principio todo fue normal: ella hacía su vida y nosotros la nuestra. Después del primer mes empecé a fijarme en su ropa o, mejor ...
    ... dicho, en el olor de su ropa impregnada de su perfume dulce y embriagante; recogía sus camisas y sus faldas que dejaba en el salón o en el cuarto de la lavadora y no podía evitar de llevármela a la cara y olerla. Era un perfume que me gustaba y lo hacía casi inconscientemente, sin que se me despertara ningún deseo sexual. Hasta que acabé buscando su ropita interior. Mi mujer utilizaba tangas, pero los de Vera eran más sexy, de hilo, con el triangulito delantero de tela transparente, y algunos muy, muy pequeños, tan pequeños que le llegarían a cubrir la rayita vertical y nada más. La idea de que aquel trozo pequeña de tela había estado en contacto con la vagina de mi cuñada hizo el resto. Fue la primera vez que me excité pensando en ella, y a partir de entonces empecé a verla con ojos distintos. Me fijaba en sus senos, en su culo, en sus piernas, estaba atento a cuando se sentaba cuando llevaba minifalda a ver si conseguía atisbar algo de su tanga... En fin, empecé a hacer cosas que me llevarían derecho a cometer una locura. Un sábado me levanté muy temprano porqué me tocaba trabajar. Mi mujer seguía durmiendo en la cama, yo me fui a desayunar a la sala. Allí, echada en el sofá con el televisor encendido, estaba Katy, durmiendo y con la ropa puesta (un jean y una camisa roja desabrochada hasta el pecho), había vuelto de una fiesta y se había quedado dormida allí. Le puse la mano encima de la espalda y la moví suavemente llamándola. Pero ella ni se inmutó. Entonces empecé a ...
«1234...10»