1. La novicia que no llegó a profesar al probarme


    Fecha: 25/04/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos

    ... después de lo que está ocurriendo –me dijo la muy ingenua.
    
    –Ángeles. La hipocresía, la doble moral y el cinismo son la salsa, el picante que le da a la vida ese morbo especial que nos inflama la libido. El amor y el sexo serían muy sosos y aburridos si no se les echara una pizca de algún ingrediente prohibido –le comento.
    
    Ella se dejó guiar por mí al descubrir que soy un gran maestro de la depravación moral y de la perversión sexual, y me besa con sus labios inexpertos dejándome todo el rostro lleno de babas.
    
    Me comenta que es virgen, que se lo haga con delicadeza. A mis 19 años de entonces, Ángeles era la primera mujer que iba a desflorar. Hasta entonces, solo había conocido a chicas muy golfas y guarras que ya tenían el coño bien abierto desde la pubertad. No me desagradan este tipo de chicas, ¡ojo!, pero de vez en cuando echarse a la boca un caramelito sin desenvolver y ser el primero en chuparlo, pues se le agradece a la vida.
    
    Pusimos en el suelo unas mantas, colchas y sábanas. Ángeles se acostó sobre ellas con las piernas dobladas y bien abiertas. Yo acerqué mi cara a su cueva todavía sin explorar por ningún Livingstone, y se la comienzo a lamer. Con mis dedos le separo sus labios vaginales y le meto bien adentro mi lengua. Noto que no tiene himen. Al fin y al cabo, ya era mayor de edad. Montando en bici o con sus propios dedos se lo habrá roto. Mejor, así no tengo que rompérselo con mi lengua y tragarme los correspondientes fluidos ...
    ... sanguinolentos.
    
    Ángeles gime y se retuerce sobre las sábanas. Estaba experimentando el éxtasis verdadero, el carnal y no el místico.
    
    Le martilleaba el clítoris con mi lengua. Me tragaba con gran devoción todos los caldos que iba soltando ¡Cómo lubricaba aquella monja! Por supuesto, me soltó un buen orgasmo en toda la cara. Mi nariz, boca, barbilla y hasta mofletes fueron testigos privilegiados de sus espasmos, contracciones y chorros incesantes de líquido viscoso.
    
    Llegó la hora de meterle mi cipote, entero hasta los huevos, hasta el mismísimo útero si fuera posible. Pero eso sí, con mucha suavidad. Su virginal almeja estaba abierta y receptiva para mí.
    
    La postura del misionero es la mejor en estos casos y poco a poco se la voy introduciendo. Ángeles reprimió algún pequeño chillido de dolor, pero gracias al cunnilingus que previamente le hice, estaba tan lubricada que le entró bien. Mis 18 cm de rabo se acoplaron en aquel chumino sin mucha dificultad. Y eso que de perímetro tiene casi 14 cm., le faltan 2 milímetros. Pero se la endosé bien adentro, hasta hacer tope con mi pubis. Empecé con un mete-saca muy lento y utilizando solo 4 cm de mi tranca. Poco a poco, sin acelerar el ritmo, fui metiendo y sacando más cacho de carne, unos 8 cm.
    
    Ángeles estaba como ida. Tenía el rostro desencajado. Le caía la babilla y todo. Babilla que yo recogía con mi lengua, por supuesto, y me la iba tragando.
    
    Tuvo un segundo orgasmo incluso follándomela a fuego lento. ¡La muy beata era multiorgásmica! ...