El cuarto prohibido de mamá - 05 - Relatos Eróticos

El cuarto prohibido de mamá - 05

... espacio entre las dos bolas más cercanas a la salida. Estaba firme, lo suficiente como para poder tirar de ellas sin riesgo de ruptura. La primera asomó por el ano, negra y brillante, y en el mismo movimiento salió la segunda. La mano de Julián ya estaba afuera, brillante y limpia, con un indescriptible aroma que se sentía incluso sin acercarse a las fosas nasales.

—Mira ma —dijo, y dio un suave golpecito al juguete que se asomaba allí abajo.

Beatriz inclinó la cabeza tanto como pudo y luego suspiró aliviada.

Sin que ella se lo ordenara, Julián volvió a tirar de apoco tras aplicar algo más de lubricante, a pesar de no ser necesario. Cada esfera era más pequeña que la anterior, pero con cada salida Beatriz dejaba escapar un gemido. Hasta que, con la extracción de la última, solo soltó sus rodillas y se dejó caer completa sobre la cama.

Todo su cuerpo estaba rojo. Su pecho se movía por la agitación de su corazón y los respiros profundos de sus pulmones. Y las manos le temblaban como una hoja en medio de la ventisca más terrible.

—¿Estas bien? —preguntó Julián y se puso de pie, ya con medio pene asomado por su bóxer. Lo notaba, y quería que su madre también lo hiciera.

—Si amor, gracias… no tengo palabras para agradecerte.

Beatriz se sentó ...

... lentamente en la cama y estiró la mano para que le devolviera ese juguete, atrapado por la humedad y el aroma de su interior. Pero Julián no se lo dio, apartó la mano hasta ponerlo fuera de tu alcance.

—No te lo daré… no quiero que tengas otro accidente.

—Tonto, nunca más haré eso —dijo ella, tras la primera risa de la noche.

—¿No te gustó? —preguntó Julián.

Ella elevó la vista hacia él, que la miraba desde abajo. Su pene estaba a la altura de su pecho y ella le dedicó una extensa mirada, como si lidiara con las tentaciones internas.

—Vete a dormir, es muy tarde.

Julián retrocedió un paso y enseñó a su madre los dedos, limpios pero cubiertos de fluido y lubricante que habían ido de rescatistas al interior de su ano. En cada uno de ellos dio una lamida y, aunque el sabor del lubricante vencía al del ano, el solo hecho de saber que habían estado dentro de su madre, hacía que su pene asomara uno o dos centímetros más. Ante aquello, los ojos de Beatriz se abrieron. Una mano descendió por su vientre y llegó a tocar los pelos de su vagina, pero pronto se detuvo y regresó a la superficie de la cama.

—Hasta mañana, ma.

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Nota: parece que el próximo capitulo será el último. Si llegaron hasta aquí, aguardo sus comentario o correos. Los quiero <3