1. El cuarto prohibido de mamá - 05


    Fecha: 25/04/2024, Categorías: Incesto Autor: Barbara Lopez Rucci, Fuente: TodoRelatos

    EL CUARTO PROHIBIDO DE MAMÁ
    
    Capitulo 5 – Atascado en su madre
    
    La imagen de la vagina de su madre no desaparecía, aun cuando el tercer día acababa de irse. Estaba aferrada a su mente, como garrapata a la carne de un can. Pero el tiempo lo hacía añorar ese momento, repetirlo y, tal vez, llegar más lejos.
    
    Se preguntaba cual hubiese sido la reacción de su madre si extendía la mano o acercaba la boca. La lógica marcaba que hubiese cerrado las piernas de pronto, sorprendida o asustada. Pero, aun así, persistía la pregunta; pues, en primer lugar, ninguna madre se mostraba de esa forma frente a su propio hijo. Además, Beatriz no había detenido su camino de liberación. No solo no había regresado a sus viejas costumbres, de cerrar la puerta del cuarto o usar pijamas que no dejaban ver los tobillos, sino que seguía masturbándose por las noches y deslizándose por el hogar dejando ver casi toda su ahora bronceada piel.
    
    Ninguno de los dos había tocado del tema, ni siquiera para hacer una broma. Julián esperaba que su madre, aunque fuese al pasar, aclarara que se trataba de un hecho único, un error o una tontería, que jamás iba a repetirse. Ella, sin embargo, elegía el silencio. Aquel día, tras retirarse del cuarto, habían cenado como cualquier noche, habían charlado como lo hicieron toda la tarde, y se habían saludado como si nada especial hubiese sucedido. Era una normalidad que, por contradictorio que sonara, solo podía ser catalogada como anormal.
    
    La mañana de ese ...
    ... feriado, Beatriz estaba dedicada al hogar. Había barrido y trapeado el piso, repasado los muebles, y ahora se encargaba de preparar el almuerzo. Julián, con un interés que se renovaba, ya no pasaba el tiempo en su cuarto, jugando con la consola, escuchando música o viendo series, sino que la seguía a cada espacio común por el que andaba, pues la vista siempre le resultaba espectacular. Ese camisón blanco lo era: como siempre dejaba ver su trasero, la bombacha y los pezones que no solo se marcaban en la tela, sino que podían verse de forma difusa a través de ella. Miraba con descaro, como un baboso, o un enamorado perdido. Su madre lo notaba, cada tanto reía al descubrirlo con los ojos clavados en ella, y se lo tomaba como algo normal; sin conocerla, diría que como un halago.
    
    Ese camisón llegaba apenas hasta debajo de sus nalgas, como una enorme remera delgada, sin mangas y un escote demasiado amplio. A veces, cuando la mujer se inclinaba un poco, las nalgas se veían y entre ellas la bombacha amplia que, casi como una tanga, se enterraba entre la carne.
    
    —Ey, voy a poner a lavar ropa de color, ¿tienes algo? —preguntó Beatriz.
    
    —Ya he puesto todo en el lavarropas.
    
    —Trae mi bombacha, ¿si? Si sigues ensuciándola todos los días, las manchas no saldrán y no somos ricos.
    
    Sin emitir quejas, Julián se dirigió a su dormitorio y tomó de debajo de la almohada la bombacha de su madre. Dura, por el semen que se había acumulado desde la última vez que la intercambio, y húmeda porque ...
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