El cuarto prohibido de mamá - 05 - Relatos Eróticos

El cuarto prohibido de mamá - 05

... mujer que había visto en los últimos días, aunque con un rostro apagado. Estaba sentada con su camisón, repasando sus piernas con una crema humectante. Por accidente, Julián vio su entrepierna cubierta por la bombacha, pero de inmediato alzó el mentón para verla a los ojos.

—¿Te vas a sentar? —preguntó Beatriz.

La sugerencia fue tomada como orden, y Julián dejo brotar lentamente las palabras que, tras mi consejo, había ensayado por horas y horas.

—Lamento mucho haber hecho eso… no sé en qué estaba pensando. He borrado cada video, entiendo que aun así estés enfadada, porque he hecho una tontería —dijo, con voz de cachorro mojado—. Lamento mucho haberte decepcionado.

—Tuviste muchos días para decirme que me habías filmado el día que te ocultaste bajo mi cama, o al menos para borrar esos horribles videos. Pero no solo no lo hiciste, sino que te atreviste a vulnerar mi intimidad una vez más… no puedo caminar tranquila en mi propia casa.

—Si… me dio vergüenza decírtelo entonces y luego… solo me dejé llevar. Te juro que no tuve ninguna mala intención.

Beatriz puso un poco más de crema en sus manos. Dobló la pierna que había estado humectando y estiró la opuesta.

—He sido muy comprensiva y generosa contigo… esperaba algo diferente de tu parte.

Julián solo agachó la cabeza.

—¿Y si alguien miraba tu celular? ¿Si te lo robaban en la calle? ¿Qué pensaría la gente de nosotros? —preguntó Beatriz, que pareció exaltarse por un momento—. Por no decir que no tengo ...

... porqué soportar que un extraño me vea desnuda…

—No se qué decir, solo que lo siento mucho y que no se repetirá —respondió Julián—. Es que me dejé llevar… me provocas cosas que…

—Pero soy tu madre —interrumpió Beatriz, de pronto— esto ha sido un grave error. Yo he cometido un grave error.

Lo que Julián temía y lo que yo misma temía, comenzaba a suceder. El final estaba demasiado cerca.

—Quiero pensar un poco —dijo ella—. He traído tarta para la noche, si no salgo, caliéntala y come sin mí.

A pesar del temor y la pena, Julián se mantuvo frio y fue capaz de seguir mis consejos. Si una chance tenía de revertir eso, era haciéndole caso a una mujer como yo. Solo se retiró, en silencio y sin insistir. Dio tiempo y espacio a su madre, y, como ella había dicho, comió solo cuando las 10:00pm habían pasado y ese cuarto permanecía cerrado cual ataúd.

No podía conciliar el sueño. Como un enamorado que teme perder a su amor, o como uno que no sabe si aceptara su propuesta, Julián se hallaba al borde del llanto. Trataba de distraerse con lo que fuera, pero nada le sacaba a su madre de la cabeza. Y por primera vez en días, no pensaba en su trasero, su vagina o sus pechos. Se trataba de algo más.

Había pasado la media noche, cuando su celular vibró. Pensó que se trataba de una tonta notificación, o el mensaje de algún amigo en alguno de esos tantos inútiles grupos deWhatsapp, así que pasó de él. Y volvió a hacerlo, sin siquiera ver, cuando llegó el segundo. Sin embargo, ...