1. Mi suegra y la siesta


    Fecha: 20/09/2017, Categorías: Confesiones Sexo con Maduras Autor: Dogiju, Fuente: CuentoRelatos

    Me quedé pasmado, os aseguro que jamás de los jamases me hubiera imaginado, ni por asomo, que aquella tarde yo era espiado por mi suegra y que la muy pícara se las había ingeniado para observarme mientras yo dormía la siesta. Fue un verano caluroso, estábamos de vacaciones en una casa que tienen mis suegros en un pueblo de Jaén, y aquél día, después de almorzar, mi mujer se fue con los niños a la piscina del pueblo a pasar la tarde. Quedamos en que yo los recogería cuatro horas después, cuando cerraran las instalaciones, pues preferí echar una buena siesta y descansar un poco, ya que aquel día no me apetecía para nada salir y menos con el tremendo calor que hacía. Mi suegro también se marchó con un primo suyo al campo, a unos cuarenta kilómetros de allí, a visitar unas fincas de olivos, por lo que también tardaría lo suyo en volver a casa. Nada me hacía sospechar lo que estaba maquinando la mujer, así que como cada día y como tenía por costumbre en vacaciones, me retiré a mi habitación, en el primer piso de la casa mientras mi suegra hacía lo propio en la planta baja, donde tenían ellos su alcoba. Me desnudé totalmente, como hago siempre en verano para dormir, y me tumbé en la cama tapándome con una fina sábana hasta las caderas, no precisamente porque hiciera frío, lo hacía simplemente por el pudor de que a alguien se le ocurriera entrar y me pillara con “todo al aire”. No tardé en dormirme; recién duchado, almorzado, y con la agradable corriente de aire que entraba por ...
    ... la puerta entreabierta de la habitación, quedé ko en unos segundos. Dormía apaciblemente cuando entre sueños oí un ruido, suave. Todavía medio dormido entreabrí los ojos y descubrí a través de la tenue penumbra de la habitación una silueta en el umbral de la puerta. Me di cuenta de que era ella, mi suegra. La sorpresa y también la curiosidad por averiguar qué estaba haciendo aquella mujer allí me hicieron permanecer inmóvil y a la expectativa. Pasaron unos instantes y no se movía de allí, entonces caí en la cuenta de que la buena mujer se estaba recreando en la contemplación de mi cuerpo desnudo, y no sólo eso, sino que a través de la fina bata que vestía, masajeaba uno de sus senos, suspirando suavemente para no ser oída. Aquello me dejó estupefacto. Que pasara por la puerta y se parara un momento para curiosear, hubiera entrado dentro de lo normal, quien no ha sido alguna vez curioso con los demás, pero... lo otro... era muy fuerte, mi suegra se estaba empezando a masturbar literalmente mientras miraba mi cuerpo desnudo. No reaccioné, simplemente no pude reaccionar, no lo acababa de asimilar, permanecí allí, tumbado boca arriba como un pasmarote y viendo como seguía sin irse de allí, pensando que yo estaba profundamente dormido y aprovechando el momento para dejarse llevar por quien sabe qué fantasías. A continuación vino lo más tremendo. En los pocos minutos que transcurrieron desde que medio me desperté y me di cuenta de lo que estaba pasando realmente allí, cuando capté ...
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