1. Mi suegra y la siesta


    Fecha: 20/09/2017, Categorías: Confesiones Sexo con Maduras Autor: Dogiju, Fuente: CuentoRelatos

    ... seguro, sino porque seguidamente vi como una de sus manos se alzaba hacia arriba y también vi con estupor que esa mano asía ¡¡¡ UNA PALETA DE TENIS DE MESA!!! Y caía violentamente hacia abajo, golpeando las nalgas de la mujer que al recibir el impacto del paletazo gruñó de placer como un animal. Aquello me superaba, mi polla iba a salir del bañador de un momento a otro; palpitaba y yo sudaba, jadeando por escenario morboso que tenía ante mí. Una vez más, mano arriba y paletazo seguido de un gruñido gutural, incontenible, la mujer estaba llegando a un estado de excitación difícil de controlar por lo que vi, así que después de ver caer tres paletazos más, me la jugué, podía salir mal, pues en estos casos no sabes la reacción del otro, aunque haya motivos suficientes para actuar, pero no pude más y de nuevo ganó la bestia interior que había en mí, así que entré en la habitación y antes de que mi suegra pudiera reaccionar, le arrebaté la paleta de la mano y la cogí con fuerza. Nueva sorpresa, ni siquiera se movió ni abrió los ojos, simplemente permaneció allí, en la misma posición, con el culo en pompa enrojecido por los golpes que se había propinado y en actitud pasiva; a aquellas alturas supongo que ya le daba igual cualquier cosa, así que, animado por aquella peculiar conducta, jugué mi turno en aquélla partida sexual. Me situé detrás de ella y alzando la mano, descargué un golpe tremendo en su nalga, creo que sonó por toda la casa, y ella volvió a lanzar un gruñido ...
    ... enloquecido, jadeando entrecortadamente, el final de aquello se aproximaba para ella y por supuesto para mí también, pues estaba seguro de que me iba a correr sin haber tenido ni un solo contacto físico con ella. La intensidad de sus suspiros y gemidos indicaban claramente que iba a tener un orgasmo brutal de un momento a otro. Antes de darle el siguiente paletazo, me recreé un poco admirando aquél gran culo rojo y suave, lo acaricié como despedida a lo que iba a venir a continuación y seguidamente empecé a darle con la pala toda una serie de golpes seguidos, sin intervalos, sin descanso. Debieron ser diez o doce golpes rápidos pero potentes ¡¡plas!! ¡¡plas!! ¡¡plas!!... uno detrás de otro, con rugidos, gruñidos y gemidos “in crescendo” hasta que finalmente, con un intenso espasmo, cayó de bruces sobre la cama, deshecha, se había corrido intensamente, supuse que hacía tiempo que no tenía una experiencia sexual, al menos tan original como aquélla. Cuando había concluido su orgasmo y quedó allí tendida, boca abajo sobre la cama, jadeante, me tocó a mí el turno; no me iba a quedar en cuadros, así que me quité el bañador y dejé salir una polla que ya había adquirido un color morado y que me pedía acabar con su sufrimiento. Me coloqué de pie sobre ella, junto a la cama y comencé a meneármela violentamente, ¡¡Dios!! Qué gustazo, mientras me la meneaba, no dejaba de mirar sus nalgas, mi mano frotaba el miembro duro hasta que vino lo que tenía que venir, un bufido y un chorro de leche caliente ...