1. Mi suegra y la siesta


    Fecha: 20/09/2017, Categorías: Confesiones Sexo con Maduras Autor: Dogiju, Fuente: CuentoRelatos

    ... emergió con fuerza de mi polla que por fin detonaba en una corrida incontenible, regando el trasero de mi suegra quien después de ello, como punto final al espectáculo alargó el brazo y esparció toda mi corrida por su rojizo culo. Cuando acabé de correrme y tras unos instantes de observar aquél culazo irrigado con mi leche, me retiré, sin pronunciar palabra; en realidad no llegamos a dirigirnos ni una palabra, en ningún momento, simplemente actuamos, nos dejamos llevar y se acabó. Siempre he pensado que aquél silencio por parte de ella era una manera de descargar su conciencia, quizá así no se sentía ni culpable ni comprometida, digo yo que sería eso. Me fui a mi habitación y dormí placenteramente, agotado y satisfecho, al igual que hizo ella, supongo. Nuestra vida familiar siguió siendo tan normal como lo había sido siempre, sólo que de vez en cuando, muy de vez en cuando, nos abandonábamos, curiosamente sin dirigirnos la palabra, a aquél juego de la paleta. Su señal de inicio siempre era ...
    ... la misma, cuando nos encontrábamos a solas y sabía ella que nadie iba a interrumpirnos en un buen rato, sacaba del armario la paleta y en silencio la colocaba sobre la mesa para seguidamente dirigirse a su habitación sin mediar palabra, se desnudaba y se colocaba sobre la cama en pompa esperando a que yo llegara para empezar con el juego. La pauta era siempre la misma, paletazos enérgicos y corridas bestiales, luego, llegaba mi turno, me colocaba sobre ella y me la meneaba hasta soltar un buen chorro de leche caliente regando su culo enrojecido por los golpes que le había propinado. Su vida sexual aparte de aquellos episodios conmigo nunca supe cómo era, si solamente se excitaba así tan peculiarmente, “jugando al tenis de mesa”, pero tampoco le pregunté nunca, me limité a disfrutar de nuestros momentos y nada más, cada uno debía estar en su sitio, sin comprometernos a nada, pero aun así nunca dejó de resultarme curioso... en fin, eso es lo de menos, todos tenemos nuestras rarezas y secretos. 
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