1. Espiando a mi cuñada Paty (Parte 1)


    Fecha: 12/05/2018, Categorías: Incesto Autor: brandonloredo, Fuente: CuentoRelatos

    Yo tenía 25 años cuando me case con Juanita, y rentamos un departamento que sería nuestro nido de amor, y ahí pasamos los primeros meses de nuestro matrimonio, pero Juanita se embarazo y empezó a sentir los efectos de la preñez, y mi suegra viendo esta situación nos invitó a vivir a su casa mientras que se aliviaba Juanita, y mientras construíamos nuestro hogar. Total que ahí duramos un año. Yo provengo de una familia de varones, tres en total, por lo que vivir en la casa de mi suegra fue todo un acontecimiento porque ahí vivían todavía dos de mis cuñadas solteras y estudiando. Luego entonces era como algo desconocido para mí, ver a tantas chicas a mí alrededor, riendo, cantando, jugando, y sobre todo preciosas y sensuales, aparte de las sobrinas que a veces iban a casa de mi suegra, aquello era como un harem. Y para mi solito. Mi esposa tenia malestares que le impedían tener sexo conmigo, porque la panza le empezó a crecer, aparte de los achaques propios, y bueno yo a esa edad recién casado, con la verga siempre deseosa y ahí tanto culito rico moviéndose por toda la casa, que empecé a espiarlas y a masturbarme cada que miraba algo cachondo. Yo salía del trabajo a las 3:00 pm y tenía toda la tarde libre, al principio me salía con mis amigos a tomar o a jugar billar, pero luego fui cambiando eso por algo más rico y lujurioso. El voyerismo. Mi esposa Juanita seguía trabajando en una empresa de lácteos y salía ya muy tarde a las 8 pm cosa que era perfecto para mis ...
    ... intenciones. Tiempo para mis solito y mirar. Llegaba y me encerraba en mi cuarto sin que se dieran cuenta que había llegado y espiaba por la ventana a las afueras de la casa que tenía un porchecito donde lavaban a mano la ropa, y había sillas mecedoras donde se salían a tomar el fresco en verano. Mi ventana daba a ese porche, a escasos metros. Mis cuñadas estaban acostumbradas a estar solas en casa y descuidaban su manera de sentarse y de comportarse, un regalo para mí. Meciendo y meciendo con los ojos cerrados Paty, que es la más joven, abría las piernas para refrescarse debido al intenso calor de las tardes de verano, y yo mirando a escasos metros, de cuando en cuando bajaba la mano y se tocaba la pucha, yo creo que tenía ganas de coger, hubiera dado cualquier cosa por saber que pensaba, yo creo que en alguna verga de alguien y la deseaba. Yo en mi cuarto me sacaba la tranca y me empezaba a masturbar con esa vista tan maravillosa, piernas de infarto, puchita rica, enormes tetas con los pezones erectos, sin sostén, subiendo y bajando al ritmo de su respiración, su panti metido entre las nalgas, marcado la rajadita de la pucha. Yo me retorcía de placer y mi verga a punto de explotar, que le di tremendas jaladas para sacármelos porque sentía que me dolían los huevos. Ese día eyacule tres veces en tiempo record de algunos 30 minutos, uno tras otro, con la misma cantidad de leche hirviendo. El espectáculo lo merecía. Con el tiempo una de ellas se casó y se fue, y quedo solo mí cuñada más ...
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