1. La mujer del disidente (05). La galería


    Fecha: 12/05/2018, Categorías: Dominación Voyerismo Autor: Senatore33, Fuente: CuentoRelatos

    ... celda, pero de momento ni siquiera había podido verlo. Frente a la litera había una taza de váter y un lavabo. Nada más. Ni un armario, ni una mesa, ni una silla, ni una ducha, ni un televisor. Ni siquiera un triste transistor. Tampoco había sábanas para la cama. Ni siquiera una manta. Al menos había un pequeño ventanuco enrejado en la parte superior por el que entraba algo de luz. Le quedaba algo alto a Amalia, pero con un poco de esfuerzo podría subirse en la litera y ver el cielo azul, cuando la desesperación lo hiciera necesario. Recordando de nuevo lo sucia que se sentía se acercó al lavabo y accionó el grifo del lavabo. Pero no salía agua. Su cabello, sus manos, sus rodillas, seguirían sucias por el momento. Sin nada más para hacer se sentó en el catre interior de la litera. Al rato oyó cómo los barrotes metálicos de las celdas que estaban por fuera se abrían. No sabía si serían todas las celdas o solo algunas de ellas, la puerta que separaba el pequeño módulo donde se encontraba ella estaba cerrada, con lo que los presos no podían acceder a la antesala y menos aún a su celda. Desde su catre podía sentir a los presos, que parecía que deambulaban por la galería. Pero era un sonido sordo y lejano. Por primera vez en ese día se sentía protegida, se sentía apartada, sentía un mínimo de tranquilidad. Cansada se tumbó sobre el colchón. No se durmió, pero descansó. Aunque de su cabeza no se le pasaba lo que había sufrido ese día. Pasó lo que a ella le pareció entre una y ...
    ... dos horas. Privada de reloj le era difícil controlar el tiempo. Amalia, que había cogido frio tenía ganas de hacer de vientre, y se percató de que el váter estaba justo enfrente de la puerta. Alrededor del váter, en el techo, había un riel, indicativo de que en algún momento había existido una cortinilla que se habría podido correr para utilizar el váter con cierta privacidad, pero en ese momento no había ninguna cortina. Se dirigió hacia el váter con miedo de que alguien abriera la puerta de la antesala en ese preciso momento y la encontrara en el váter. Encima le dolía la barriga y creía que tendría diarrea. Se bajó las bragas y justo cuando iba a miccionar alguien abrió las puertas, como temía. Azarada se volvió a subir las bragas, pero el guardia le ordenó que siguiera con lo que iba a hacer. El hombre se agarró a los barrotes mientras descaradamente la observaba. Amalia tuvo que bajarse las bragas de nuevo y sentarse en la taza. No estaba dispuesta a defecar delante de ese hombre, con lo que se aguantó las ganas y se limitó a orinar. Como no había papel se subió las bragas y volvió su catre. -Levantate de nuevo, Amalia, que es la hora de tu ducha -le ordenó el guardia, mientras abría la puerta de la celda-. Amalia se levantó y salió. No tuvo que salir a la galería, donde el resto de presos, si no que el guarda la dirigió a la última puerta dentro de la antesala donde se encontraba su celda. El agente abrió esa puerta y Amalia accedió a una unas duchas comunales. -Cuando ...
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