1. La asesora de Afore


    Fecha: 29/09/2017, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... se olvidara de lo que había pasado allí si quería seguir afiliando al personal y que si en un futuro quería echar mano de ella yo se lo haría saber. Me dijo que no sabía de lo que me estaba perdiendo, pero que peor para mí. La cara de desprecio que me puso me super encabronó y me encantó, no sé por qué, se veía maldita la vieja y muy segura de sí misma. Así que me saqué la verga y le dije que me la mamara y me sacara los mecos otra vez, pero ahora con la boca. Ella se hizo la importante y se iba saliendo como si nadie le hablara, con unos aires de su majestad que me hicieron hervir la sangre. Cuando estaba a punto de salir de mi oficina, le dije que en cuanto abandonara la planta le iba a pasar la consigna a Vigilancia de que no la dejaran entrar más, que sólo le permitiría la entrada a cualquier asesor de afore de ese banco que no fuera ella y que se olvidara de los nuevos ingresos que mi secre le tenía reservados. Como lo esperaba, con un signo de $ en los ojos, se regresó, cerró la puerta con llave y a cinco pasos de mí, sentado en una silla de visita, con los pantalones desabrochados y la verga bien parada, se puso de rodillas en la alfombra y así, hincada vino sonriente y diciéndome que no me le enojara, que no lo decía en serio. Al llegar a mí, simplemente le dije: Ponte a mamarme la verga y ya cállate el hocico. Ella se metió entre mis piernas y me la chupó expertamente, como según yo le había enseñado minutos antes. A ...
    ... los 10 minutos me hizo venirme peor que cuando me la cogí, se los tragó todos y me limpió bien la verga y los huevos con la lengua, ya ni gestos de asco les hizo. Le dije que mojara unas toallas de manos en mi baño y que se las trajera para que me limpiara bien toda su puta saliva. Lo hizo sin comentar nada. Cuando acabó se dispuso a retirarse, pero me dijo que no traía para el eco taxi, que su hijo se había llevado su bolsa en el carro, que si le daba un aventón, auque fuera al centro. "A mi carro nunca te vas a subir y al centro de la ciudad menos que a ningún lado te voy a llevar nunca. Allí no falta quién me llegue a ver contigo. Toma", le respondí y le di un billete de a $200 para que tomara el taxi. Ya no me dijo nada, sólo tragó saliva y se fue. Al otro día, temprano, ya estaba allí, en la planta. Afiliando al personal. No hubo problemas. Siguió todo normal, me saluda como siempre y me sigue guardando mucho respeto y sumisión. No sé si será porque le nace o porque conviene a sus intereses. Me es más fácil pensar en lo segundo, no sé, ya se mostró como es en realidad. Se me antojaría de repente darle otra chinga, esa prieta cuarentona es buena para coger y mamar, pero luego me controlo y se me pasa. Si he de pintarle el cuerno a mi esposa, pues mejor con una secretaria o una de las empleadas jóvenes de aquí, ¿verdad? No tiene caso, además ya no tarda en irse mucho a chingar su madre, ya casi acaban y mejor ahí que quede. 
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