1. El tragasables


    Fecha: 22/06/2018, Categorías: Gays Autor: pepinero49, Fuente: xHamster

    ... y que quería felicitarme personalmente. Le hice pasar dentro. Mi mirada se iba continuamente hacia aquel bulto en los bombachos. El chico no podía dejar de verlo, y sonreía pícaramente. Me dijo que se llamaba Muley, y, tras un momento de duda, me preguntó:--¿Y sólo eres capaz de tragar sables o... puedes tragarte cualquier otra cosa?Yo me pasé ligeramente la lengua por los labios entreabiertos y le contesté:--Yo soy capaz de tragarme cualquier cosa, cuanto más larga y gorda mejor...Y, tan cerca como estaba de él, no pude refrenarme: le puse la mano en el paquete, y noté una hinchazón tremenda. El negro se abrió el botón y se bajó la cremallera; tomó el pantalón y los slips con las dos manos y se los bajó hasta los pies.Ante mí apareció una de las maravillas del mundo. Muley era un superdotado; pero no uno de esos superdotados de 25 ó 30 centímetros; no, Muley era realmente un superdotado extraordinario. Tenía el rabo en semierección, y ya le medía no menos de 40 centímetros. Cómo había sido capaz de guardar aquella herramienta en el pantalón era un misterio; así se entendía, claro, que usara bombachos muy anchos, y aún así se le veían un paquetón de escándalo.Me arrodillé ante él y tomé en mis manos aquel vergajo descomunal. Entre mis manos sentí como aquel nabo caballuno crecía. Tenía un glande enorme y sonrosado, con un ojete muy grande. Me metí en la boca aquel glande, y sentí al chuparlo cómo el nabo seguía creciendo con el calor y la humedad de mi lengua. Lamí el ...
    ... larguísimo mástil, que seguía inverosímilmente creciendo, hasta llegar a tener no menos de 50 centímetros. Era la polla más enorme que había visto (y creo que veré) en mi vida, dura y tersa, suave y férrea al tiempo.Le lengüeteé los huevos, dos enormes bolas negras que coronaban aquella verga de escándalo. Había llegado el momento de comprobar mis dotes para tragar otra cosa que no fueran sables. Me coloqué con la boca hacia arriba, en la posición técnica adecuada para ello. El negro comprendió: se situó sobre un banquito, lo suficiente para que la punta de la polla se colocara justo a la entrada de mi boca, ansiosa. Poco a poco, me la fui metiendo; pasó el glande por mis amígdalas, con alguna dificultad: este vergajo no era afilado como la espada, pero era más grueso. Seguí tragando poco a poco: ya llevaba unos 25 centímetros dentro de mi cuerpo, y aún veía otros tantos fuera; notaba como un gran morcillón iba bajando por mi esófago, caliente y húmedo. Continué engullendo aquella polla colosal, centímetro a centímetro. Ahora tenía 40 de ellos dentro de mí, y aún quedaban otros 10. Me pareció notar que la punta de aquel vergajo me tocaba ya en el estómago. Proseguí mi tarea tragadora, y poco a poco conseguí llegar con mi nariz hasta los vellos púbicos del hombre. Con la lengua chupeteé los huevos. Metí aún más aquel rabo prodigioso en mi boca, hasta que mi nariz, literalmente, se enterró en el bajo vientre del hombre y los huevos me impedían seguir avanzando; aún me habría cabido ...