1. En el interior del bosque


    Fecha: 25/06/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... blandía la espada bien sujeto sobre el suelo, hasta que, forcejeando, se la arrebató y la arrojó lejos. «Desarmado estás, Setroc», señaló Chemera; «Tu fuerza y tu agilidad no han menguado en estos años, Chemera, te admiro», admitió Setroc apretando los dientes. Chemera, súbitamente, encima de él como estaba, sintió una presión en su entrepierna. «Noto también como tu fogosidad tampoco ha disminuido en estos años», observó Chemera, «¿acaso has venido a matarme a pollazos?», preguntó riendo. Y, al carecer ambos de ropajes que le cubriesen al completo sus zonas pudendas y por no sabemos qué misterios de lubricidades, la polla de Setroc penetró en el coño de Chemera, quedándose ambos desconcertados, mirándose con los ojos muy abiertos. Entonces, Setroc arqueó su espalda y elevó su trasero, y Chemera soltó un gemido; y después, Chemera flexionó sus rodillas para que sus ancas bajasen, y Setroc dio un gruñido gutural. Más tarde, estos movimientos se volvieron enérgicos, los gemidos se tornaron quejidos y los gruñidos, alaridos, hasta que un apoteosis de semen y fluidos apaciguó la tormenta que parecía haber sobrevenido en ese preciso lugar del interior del bosque. Cuando el gozo se fue, en la postura amorosa en que habían quedado, Chemera y Setroc se observaron. Chemera dijo: «Debes irte Setroc, si las demás mujeres te ven, te mataran, por los viejos tiempos, huye Setroc»; «Jamás, he venido a acabar con todas vosotras, para eso me han pagado, y lo haré». Nada más acabar de decir ...
    ... esto, Setroc elevó sus rodillas y descabalgó a Chemera, que rodó por tierra. Chemera no lo pensó dos veces: giró sobre sus talones y emprendió una precipitada huida por el bosque; Setroc salió detrás. «Está desarmado», pensó Chemera mientras corría, «me asesinará con sus propias manos si me alcanza y yo no se lo impido». «Tengo que correr más», pensó Setroc mientras la perseguía, «si llega al lago la perderé». «Debo llegar al lago», se dijo Chemera, «es mi única escapatoria, si no tendré que hacerle frente y puede que no tenga la suerte de antes». El lago. Antes de poder pisar la húmeda orilla del lago rodeado de bosque en toda su circunferencia menos por el lugar de donde manaba el agua en forma de cascada, Setroc atrapó de un potente salto a Chemera, lanzándose a sus piernas para poder placarla; ella, trastabillada, cayó de bruces y su cuerpo resbaló sobre la hierba; luego consiguió ponerse de rodillas y vio a Setroc incorporarse y avanzar hacia ella con sus fuertes brazos estirados. Setroc la sujetó por la garganta con sus nervudas manos y comenzó a estrangularla. Chemera, sujetándolos por las muñecas, trataba con todas sus fuerzas de apartar los brazos de Setroc, de que se aflojara la presión sobre su cuello; también, a cabezazos, intentaba golpear la entrepierna de su agresor. Así, en uno de los golpes dados con su cráneo, Chemera vio como la falda de piel de Setroc se levantó dejando a la intemperie e indefensa su enorme polla, y, sin dejar que se esfumara la ocasión, la ...