1. Medianoche


    Fecha: 07/07/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pasaron a mi espalda y bajo mis ingles, buscando por igual mi sexo y mi orificio anal, como si un náufrago buscara su tabla de salvación. Una vez que encontraron ambas cosas exploraron todas las regiones, mientras yo seguía cumpliendo con mi tarea. Sentí como una mano aprisionaba mi verga, también enhiesta, y como los dedos de la otra palpaban buscando mi culo, moviéndose ansiosamente. Una vez que hallaron su objetivo, se curvaron clavándose sobre él, y haciendo fuerza, haló contra su cuerpo, haciendo que su pene irrumpiera hacia el fondo de mi garganta, provocándome una arcada. Yo lo solté instintivamente y erguí mi cuerpo tratando de zafarme de su abrazo, pero él me tenía sujeto el ano con el índice, como quien aprisiona una bola de boliche. Se acercó a mí todo lo que pudo, restregando su cuerpo caliente contra el mío, mientras su otra mano acariciaba mis glúteos, sin dejar de introducir su dedo en mi orificio. Lo soltó y se irguió poco a poco, sostenido por sus rodillas entreabiertas, y tomó mis caderas y me volteó boca abajo. Se inclinó sobre mí y su boca recorrió mi espalda, sus dientes mordieron suavemente la parte interior de mis glúteos, mientras sus dedos –¡oh, sus dedos!- se ocupaban de masajear en círculos alrededor de mi ano, hasta introducir su pulgar. Yo sentí la presión de su dedo, y el ligero dolor que me provocó, porque él se salió inmediatamente, y puso saliva sobre su palma, aplicándola después sobre mi culo. Volvió a introducir su pulgar, y lo movió ...
    ... hacia adentro y hacia fuera unas dos veces, para lubricar más mi entrada, después de lo cual introdujo el dedo medio suavemente pero hasta el fondo. Jugó un poco y después volvió a morderme, sin que su dedo abandonara su guarida, y poco después sentí como la enorme cabeza de su miembro se regodeaba alrededor, presionando algunos puntos. Volvió a poner más saliva, mientras su dedo entraba y salía, dilatando mi agujero. Colocó dos dedos y de nuevo puso su glande, dirigiéndolo hábilmente con sus dedos hacia mi dilatado culo que ya lo esperaba. No intentó entrar de golpe, sino que se apoyó despacio, y poco a poco fue aumentando la presión hasta que consiguió abrirse camino. Su cabeza se introdujo mientras yo exhalaba un quejido que él interpretó como un signo de dolor. En realidad, yo estaba tan enervado, tan excitado, mi corazón retumbaba en el pecho y mi cabeza apenas daba crédito a lo que estaba pasando, que no sentí tanto dolor en ese momento, sino hasta cuando empujó toda su virilidad dentro de mí, y mis carnes se abrieron para darle cobijo a ese cilindro de carne maciza que horadaba mis intestinos. Pujé y resoplé, mientras intentaba acostumbrarme al enorme falo que me iba empalando lenta pero de manera segura, hasta alojarse en el fondo. Una vez allí se quedó quieto unos momentos, mientras yo recobraba el aliento. Mario tomó una de mis manos y la guió hacia sus testículos, para que yo apreciara hasta donde se había hundido. Tenía esa cosa metida hasta el tronco mientras las ...