1. Negación - Capítulo 13


    Fecha: 16/07/2018, Categorías: Gays Grandes Relatos, Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... yo soy vuestro “Profesor”, me trataran con el debido respeto que esa palabra conlleva. ¿Estamos de acuerdo? Vi a varios intercambiar miradas, enarcando cejas, encogiéndose de hombros y a Patricia Gómez adquirir un rictus serio y unas mejillas imposiblemente rubicundas. Una carcajada explotó desde el fondo del aula. Supe de quién era incluso antes de enfocar mi ojos en su cara. Eduardo. Se doblaba en la silla, incapaz de controlarse. A su lado, Antonio miraba entre divertido y temeroso. Miré a Eduardo fijamente, lo mismo hizo toda la clase, inconscientes de las guerras que yo libraría en este campo de batalla. Antonio le dio un codazo a Eduardo, y este se percató lentamente que todos lo mirábamos, dejé que volviera a la calma. Me aclaré la garganta. - ¿Alguna broma que quiera compartir con nosotros, Señor…? – pregunté. Me miró como la había hecho en el pasado. Exigiéndome que volviera al lugar que me correspondía, entre sus rodillas y con su polla en la boca. Su mirada me advertía de una insubordinación silenciosa que tendría consecuencias irreparables para mí. No me dejé amedrentar. - ¿Es usted sordo, Señor? ¡Le hice una pregunta! – esperé su respuesta. - Teniente Martínez – dijo. - ¿Perdón? – comprendía su punto, pero quería que lo expresara a viva voz. - Soy el Teniente Eduardo Martínez – aclaró. - ¡Muy bien! Y usted lo dice porque… - Porque me gustaría que me trataras con el respeto que mi cargo merece. - “Que me tratara” – le corregí -. Yo no soy su amigo Señor Martínez ...
    ... – dije colérico -. Y dentro de esta aula, la única autoridad existente soy yo. Creo que no lo entendió la primera vez que lo expliqué. Pero se lo repetiré una vez más, para que no queden dudas, Si se dirige a mí, lo hará con respeto, si necesita hacer una pregunta esperará a que yo lo autorice a hablar. Levantará educadamente la mano y esperará a que yo le dé la palabra. Y lo hará refiriéndose a mí como “Profesor” o “Señor”. Supongo que comprende ¿no? Su cara se crispó en odio. Cualquier remanente de las carcajadas de hace unos segundos, se había esfumado completamente. Seguí con mi asalto. - Ahora, como lo veo tan divertido, he de suponer que mi asignatura debe ser pan comido para usted. ¿Por qué no viene y nos hace una demostración? – le di las espalda y me dirigí a la pizarra a mi espalda. Se trataba de estas sofisticadas pizarras interactivas, que evitaba el uso de lápices. Escribí una complicada ecuación, y lo invité a dirigirse al estrado. - Venga. - No – se rehusó. - No ¿qué? – demandé. Se limitó a hacer una negación con la cabeza. Una advertencia tácita. Seguí insistiendo. - Vamos, soldado. ¡Ahora está mudo! – me burlé -. Por la forma en que se reía, supuse que mi clase le pareció cómica. Y ya que anda de payaso, venga a darnos un espectáculo. ¡Venga vamos!, deslúmbrenos con la brillantez de su mente. Volvió a negar claramente incómodo. Me dirigí a mi asiento. Apunté al otro objetivo. - Tal vez su compañero pueda iluminarnos respecto a los conocimientos que desbordan ...
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