1. Negación - Capítulo 13


    Fecha: 16/07/2018, Categorías: Gays Grandes Relatos, Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... por la mente de su camarada… ¿Cuál es su nombre? – pregunté, dirigiendo mi atención a Antonio esta vez. El salón seguía en silencio, ahora las miradas fijas en el gigante trigueño a la derecha del Eduardo. Evalúo la situación por unos segundos, miró a nuestra audiencia, a Eduardo que se hallaba conteniendo la ira a su lado con la cara roja por la frustración. Luego fijó su mirada en mí, y eso me heló la sangre. - Antonio San Martín, profesor – respondió con voz dura, mecánica. Estaba tratando de humillar a los hombres que me habían casi-casi-casi-matado. Según Sergio era un solo “casi”, pero he pensado que exageraba. Si estaba consiguiendo el objetivo, no lo tenía del todo claro. Logré más que ninguna otra cosa, enfurecerlos, tenía la esperanza de que no hubieran represalias. Y por otro lado no olvidaba la carpeta. Y tampoco olvidaba los golpes. Sin embargo, la respuesta de Antonio me hizo dudar. Pensé en seguir la fiesta en armonía, seguir con la clase, llegar a casa y formular un plan. Actué con demasiada precipitación y nos estaba evidenciado. Podían acusarme de acoso o alguna cosa. Eduardo hizo una mueca, mofándose de Antonio por su repentina formalidad. Y hasta ahí llegó el arrepentimiento. Desde mi asiento dejé caer la mano sobre la mesa, el golpe hizo saltar a todos los oyentes, que me miraron anonadados. Me volví loco de furia. - ¡Señor Martínez! – le grité -. Le doy dos opciones, resuelva la ecuación o se larga. Le doy tres segundos para tomar una decisión. ¡Uno! Se ...
    ... puso de pie con una sonrisa en el rostro. Vi a Antonio mirarlo con preocupación y luego mirarme con el mismo odio con el que me miró esta tarde cuando me encontró junto a Cecilia. Tragué saliva. Eduardo se acercó rápidamente, energético, con una sonrisa petulante en el rostro. Llegó hasta mi escritorio y estiró la mano, pidiendo el lápiz. Se lo entregué en silencio. Me mostré imperturbable, esta situación estaba consumiendo todas mis energías. Eduardo se dirigió al pizarrón y comenzó a realizar la operación matemática. Era una ecuación lo suficientemente compleja como para que no pudiera responderla, no correctamente al menos. Me entretuve viéndolo calcular. Sus números eran bastante desordenados. Sus números uno, parecían nueves, y los tres, cincos. Lo vi fallar por primera vez. Y luego otra vez. Errores típicos, respecto a los cambios en los signos positivos y negativos a la hora de trabajar con números enteros. Finalmente un error en la división, que alteró el resultado y dejó como múltiplo con decimales diferentes, y que al multiplicarlos con el último número de la ecuación, arrojó como resultado un decimal negativo. - Bien, evidentemente usted no es Einstein – le dije burlesco -. Vuelva a su asiento y le sugiero que antes de tratar de venir a hacer comedia a esta Universidad, estudie. Me miró con cara de pocos amigos, sin mediar palabras me entregó el lápiz y regresó a su pupitre. Debió ser extraño para todos ver a este hombre de casi dos metros, interactuar con un joven ...
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