1. Negación - Capítulo 13


    Fecha: 16/07/2018, Categorías: Gays Grandes Relatos, Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... que apenas le llegaba al pecho, y era mucho más menudo en comparación. Y además, comprender que la autoridad en ese espacio, que se volvía a cada segundo más asfixiante, era ese adulto joven al que todos subestimaban. Me deleite con mi actuación y agradecí que el organigrama jerárquico dentro del aula quedara claramente establecido desde el inicio. - ¡Muy bien! – sonreí, Antonio consoló a su amigo poniendo su mano en el hombro de éste, dándole ánimo -. ¿Quién puede decirme que errores cometió el Señor Martínez? Aparte de meterse conmigo, quise decir. Usar mi cuerpo, pagarme por sexo, tenderme una trampa, engañarme, seguir usando mi cuerpo, golpearme, casi arruinar mi vida (en más de un sentido), involucrar a su amiguito en sus jugarretas y colateralmente, hacerme sentir una plasta por mi traición a Cecilia. Y bueno, la lista era enorme. Sí, el cabrón metió la pata hasta el fondo. Supongo que ellos pensaron algo parecido, porque sus miradas me dijeron a gritos “nos metimos con un puto, y ahora el maricón quiere venganza”. Casi sentí compasión con ellos, pero la verdad sea dicha, ese sentimiento no existe en mi repertorio. Varias manos se levantaron, y los dejé expresarse. Cuando por fin resolvimos en conjunto la ecuación, con más de una ayuda por mi parte, decidí que los exoneraría de la evaluación. No tenía sentido, no si lo que yo quería era ser un buen docente. Miré al resto de los alumnos, cada vez más asombrados por los detalles que les hice notar, aquellos detalles que ...
    ... pueden cambiar por completo el resultado de una operación matemática. Vi ojos llenos de entendimiento y comprensión. Y vi admiración en algunos también, por el profesor que tenían frente a ellos. Evité cruzar la mirada con un par de ojos al final del salón. Mis nuevos deseos de enseñanza no eran para ellos. No quería compartir nada con ellos. Ningún conocimiento, ni siquiera el mismo espacio. Seguí la clase según lo planificado. Casi a la mitad, mi pierna mala comenzó a incomodarme así que medio me arrastré hasta el escritorio y me senté, se me escapó, inconscientemente un sonoro quejido de dolor, e instintivamente los miré. Tuvieron la decencia de parecer apenados, y desviar sus miradas. Me pregunté si dimensionaban la profundad de los daños que provocaron y si alguna vez lo discutieron. Cerré los ojos, apaciguando ambos dolores, el del pie, y el nuevo, en el centro del pecho. - ¿Se encuentra bien? – Teresa Gómez, se había mostrado de lo más simpática luego de nuestro primer altercado al inicio de la clase. Ya no me trataba de tú. - Sí, gracias – le dije cortésmente -. Espero que no les moleste que siga la clase desde aquí… Disculpen, aun no puedo pasar tanto tiempo de pie como quisiera – me excusé -. Iré proyectando nuevos ejercicios desde el computador. Si alguien tiene dudas, puede levantar la mano y hacérnoslas saber para que podamos ir desatando nudos entre todos. No hay preguntas tontas, recuérdenlo. Trabajamos en conjunto, muchos tomaban notas sobre los comentarios que ...
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