1. Negación - Capítulo 13


    Fecha: 16/07/2018, Categorías: Gays Grandes Relatos, Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... tan desvirtuado. Brawny, bueno, seguramente él hará lo mismo, pero antes, me confrontará, querrá saber los secretos que oculto y una vez que se considere satisfecho con la validez de mis argumentos, tomará una decisión. Quise contarle a Miguel en múltiples oportunidades la verdad. Pero no tuve el coraje suficiente para verlo a la cara y decirle que éste extraño al que consideraba su hermano, no era más que una faceta, una máscara creada y pensada para engañarlo. Yo era homosexual y ejercí la prostitución además, bajo su nariz y al amparo de su protección. No había una verdad más absoluta y aterradora que esa. Brawny me odiaría para siempre y yo me negaba a perderlo. Lo quería demasiado. Claudia era harina de otro costal, iba a tener que encontrar la forma de romper su repentino acercamiento a Sergio. Mi amiga se estaba pasando de la raya. No ha traicionado mi confianza, ni nada por el estilo. Pero su amistad con el Traumatólogo no me gustaba del todo. ¿Y si estaban teniendo una clase de aventura?, no quería pensar en esa alternativa, deseché la idea de inmediato. Esperaba que la incursión de Sergio en nuestras vidas culminara con el fin del tratamiento ortopédico en mi pie. Si Claudia se estaba enamorando de él, tendría que escuchar unas cuantas verdades de mi parte. Sentí un golpeteo en la puerta, al principio fue débil, como si la persona que llamaba estuviera aun indecisa respecto a si tocar o no. Luego de ese segundo de vacilación, volvió a llamar, esta vez marcado, ...
    ... fuerte, urgente. Quise hacerme bolita, o correr en círculos. - ¡Idiota! – me reprendí mentalmente –, ni siquiera sabes quién llama. Me quedé en silencio unos segundos, con la vana esperanza de que, quien fuera que interrumpía mi momento a solas, se marchara. No lo hizo. Y volvió a golpear con el mismo ímpetu, insistente. - ¡Joder! – dije audiblemente y simulé dejar caer las manos en el escritorio pesadamente, fingiendo indignación. Un débil intento de amedrentar a mi visita. Me dirigí a la puerta, con renovados bríos. Yo podía hacer esto, habían pasado algunos minutos desde que finalizó la clase, seguramente ellos dos se hallaban de camino a sus hogares. Quizás divertidos o indignados por la extraña situación en las que nos puso el destino. Abrí la puerta, demasiado brusco y él entró como una tormenta, haciéndome retroceder. Cerró la puerta tras de sí y se sentó en una de las butacas frente a mi escritorio, expectante. Suspiré. Irritado con Dios. ¿Algún día alguna de mis ilusiones se cumplirían? Todo confabulaba en mi contra si se trataba de estas dos personas, y desde un tiempo a esta parte, mi vida entera parecía girar en torno a ellos. Recé para que hicieran combustión espontánea y desaparecieran de las faz de la Tierra, dándome paz. - Creo haber dicho claramente que mi horario de atención es el día miércoles. Miré su espalda ancha en los omóplatos y estrecha en la cintura, un triángulo invertido. La tensión de su cuello y la nuca, el pelo cortado al ras, regular. Distractivo. ...
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