1. Negación - Capítulo 13


    Fecha: 16/07/2018, Categorías: Gays Grandes Relatos, Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... Destructivo. Me golpeé mentalmente por mi estupidez. - Antes estabas disponible en todo momento… - soltó, su voz ronca hizo temblar mis barreras. Mis nervios echaban chispas. Sentí un extraño temblor en el ojo, me estaba sobrepasando. ¿Cómo se atrevía? Abrí la puerta. - ¡Sal de aquí ahora mismo! – le dije, furioso. - ¡Disculpa! – se volteó. Antonio me miraba con ojos suplicantes -. De verdad necesito que hablemos… es solo que me sacas de quicio con facilidad. Se miró el puño del brazo derecho, luego mi pie, mi labio (su arremetida más reciente) y finalmente el suelo. Se volvió una estatua y no se movió más. Cerré la puerta de un portazo. - ¡Eres débil! – me quejé mentalmente -. Demasiado débil. Caminé refunfuñando hasta mi silla en el escritorio, lo hice lentamente, sin despegar la vista de su cuerpo, alerta a cualquier señal de ataque. Bien, estaba siendo paranoico. - Bien… habla – pedí lacónico. - ¿Me puedes explicar qué está pasando? ¿Qué estás haciendo? – sus ojos encontraron los míos y el marrón de sus iris me habló de temor, un miedo que lo desestabilizaba. Y la razón de ese nuevo sentimiento se hallaba reflejada en los mismos. Yo. Un sentimiento mutuo pero por razones diferentes, me aventuré a pensar. Mis miedos dejaron de ser psicológicos y se volvieron físicos. Les temía hasta el punto en que solo con tenerlo cerca sentía la sensación de estar siendo machacado por sus puños, era paralizante y agobiante. Un miedo que te quitaba el aliento y al mismo tiempo, ...
    ... involuntariamente te llamaba a la acción, “defiéndete” te decía, “defiéndete o estarás perdido”. Su miedo era completamente diferente, pude verlo. Le temía a las consecuencias que podría traer para su vida el que yo, un ser tan pequeño e insignificante ante sus ojos, de pronto adquiriera fuerzas y lo destruyera. Admití que yo no era tan canalla como para hacerle algo así. Yo era un mártir, de esos estúpidos, que dan la otra mejilla. Iba a jugar con la comida, sí que lo haría, pero no la comería. Mi madre me inculcó a ser mejor persona de lo que ellos jamás llegarían a ser. Por ella, buscaría una forma de llevar la fiesta en paz. - Estoy trabajando. Lo intento al menos – le aclaré. - ¿Por qué tú? ¿Por qué aquí? ¿Por qué en el Hércules? – dijo, acusándome. - ¡Ey! Detente ahí. Yo llegué primero – Antonio dudó, continúe -. Comencé a trabajar en el Hércules hace dos años y en esta Universidad desde el semestre pasado. Así que, si alguien es un invasor, ese eres tú y ese esperpento de amigo que tienes. - Cecilia… - La conocí hace tiempo… - ¿Sabes que está… - Sí, y ahora mismo es lo que más lamento… – se me quebró la voz, no me había permitido pensar en Cecilia aún. Estudió mi reacción unos segundos, curioso. - ¿Qué relación tienes con mi esposa? – me dolió la mención del parentesco. Ni en mis peores sueños me imaginé que esta relación existía. Creo que las matemáticas fallaron y no fui capaz de sumar dos más dos. - Mataría por ella, pero ahora, me convertiste en un traidor – lo culpé. - ...