1. El reencuentro - 2ª parte


    Fecha: 07/08/2018, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... entre sí; hileras de chalets pareados, calcos unos de otros, de dos pisos más otro abuhardillado, alineados a todo lo largo de ambos lados de cada calle. Por fin, el “callejeo” se acabó cuando Sandra señaló a Daniel uno de aquellos chalets como el propio. Ante él frenó el muchacho el coche y Sandra abrió su portezuela antes incluso de inmovilizarse el vehículo, pero no se apeó tan rápido, pues de inmediato a abrir la puerta, ella se volvió hacia su hermano para espetarle. Eres un cabrón, Daniel, y un verdadero hijo de puta… ¡Te odio, ¿me oyes?!... ¡Te odio Daniel; te odio con toda mi alma!... No quiero volver a verte en la vida… ¿Entiendes?... En toda la puta vida… Para mí estás muerto… ¿Te enteras? ¡Muerto! ¡Muerto! ¡Muerto!... Sandra acercó más el rostro al de Daniel y en plena cara le escupió, tras lo cual se apeó del coche y, sin volver la vista atrás en momento alguno, con la cabeza muy, muy alta, y más envarada que estirada, pisando fuerte, taconeando incluso, pero con los ojos arrasados en lágrimas, se dirigió hacia la cancela que daba paso al jardín que ante la vivienda se extendía y al sucinto caminito enlosado por planas piedras de pizarra, más o menos igualadas, que moría al pie de la puerta de la vivienda. Mientras caminaba rebuscaba en su bolso, sin duda requiriendo las llaves que abrían la puerta objeto de su caminar, pero no fue necesario rebuscar mucho, pues enseguida la puerta se abrió, recortándose la figura de un hombre bajo el dintel del hueco abierto ...
    ... hacia el interior de la vivienda. Aquél hombre era el mismo al que Sandra se dirigiera en el cementerio, ese que tenía a los dos niños, hijos del matrimonio que Sandra y Mateo formaban, cogidos de la mano. Vamos, Mateo, el marido de la hermana de Daniel… El cuñado de Daniel… La mujer llegó junto a a su marido, le besó en la mejilla, no en los labios, y sin más desapareció al instante dentro de la casa. Mateo siguió allí durante algún minuto…o minutos, mirando fijamente a Daniel, hasta que por fin, lentamente cerró la puerta. Al momento, Daniel aceleró, maniobró para cambiar el sentido de marcha y, acelerando casi al máximo, abandonó la urbanización rumbo a la carretera general y al aeropuerto de Barajas. A Barajas llegó casi a las ocho de la tarde. Lo primero que hizo fue ir a devolver el coche que alquilara; luego al mostrador de Swissair, la línea aérea suiza, a sacar nuevo pasaje a Berna, pues el que tenía no le servía al haber salido ya el vuelo. Se lo dieron para dos horas más tarde, para las diez y veinte de la noche. Por finales llamó por el móvil a su novia Rachel para que no fuera al restaurante, como quedaran, ya que él a esa hora, las diez de la noche, despegaría rumbo a Berna. A la chica aquello le gustó menos que nada, pero bien se dice que “a la fuerza ahorcan”, por lo que al final no le quedó más remedio que acogerse al “Ajo y agua”, es decir, “a jorobarse y aguantarse” Cuando por fin Daniel llegó a su casa de Berna era ya más la hora de levantarse que otra cosa, ...
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