1. Adriana, mon amour


    Fecha: 11/08/2018, Categorías: Anal Sexo Duro Autor: marcolopezlit, Fuente: xHamster

    -¡Apúrate, antes de que lleguen!-, me dijo con voz apenas audible. En el estéreo sonaba la Novena sinfonía de Beethoven. Y frente a mí, de espaldas y con la minifalda levantada, Adriana. La humedad de su coño se apreciaba con claridad a través de la tela casi inexistente de su tanga.-¡Rápido¡ ¿Qué esperas?-, repitió ansiosa. Con cuidado, retiré el hilo que le cubría la raja y acaricié su carne ardiente con mi dedo índice. Ella soltó un gemido.Pero antes de contar lo que pasó, creo que es necesario que explique cómo fue que llegamos ahí.Su nombre es Adriana, es un par de años mayor que yo y tiene uno de los culos más preciosos que jamás se hayan contoneado por las calles de mi ciudad. Consciente de su hermosa figura, ella suele resaltar sus nalgas vistiendo leggins, pantalones ajustadísimos o, por supuesto, minifaldas.Desde el momento en que nos conocimos la atracción fue evidente. Nuestros ojos no dejaban de encontrarse y yo veía cómo se sonrojaba y perdía el hilo de todo lo que decía. Y yo, por mi parte, me pasaba las reuniones en las que estuvimos juntos con la verga dura como tabla: sus escotes solían ser enormes y ella no usa sostén.La primera vez que cogimos fue luego de una fiesta. Casi todos se habían ido y ambos habíamos bebido unas cuantas cervezas de más.Como se trataba de una ocasión especial -era su cumpleaños- ella se había arreglado con especial esmero. Llevaba puesto un vestido cortito, apenas un par de centímetros por debajo de sus calzones. Eran casi las dos ...
    ... de la mañana y hacía frío. A través de la tela de su vestido podía ver sus pezones, erectos, entusiasmados por mi cercanía.La vi temblar y sin decir nada, la abracé. Nadie nos miraba, así que ella me correspondió con un beso. "Me gustas mucho, ¿sabías?". Le regresé el beso y mi mano lentamente comenzó a recorrer sus piernas.Quince minutos más tarde, su vestido descansaba sobre el piso de su cuarto: sobre su piel, sólo un calzón cachetero negro con bordes cian. Sobre la mía, nada. Sus labios acariciaron mi pene casi con cariño. Luego, cubrió mi lanza de carne con su lengua, con sus dientes, con sus manos. Pasamos casi 30 minutos acariciándonos antes de que ella se quitara la ropa interior. "Ya no aguanto", me dijo, y condujo mi mano hasta la húmeda caverna de su entrepierna. El sonido de mis dedos entrando y saliendo de su coño sólo sirvió para excitarme más.En cuanto noté que su respiración se aceleraba, mi verga, que ella acariciaba con la mano izquierda, entró en acción. La tomó por sorpresa el hecho de que la pusiera en cuatro y, sin perder ni un segundo más, la penetrara. Al principio nos costó encontrar el ritmo perfecto, pero en cuanto logramos acompasar nuestras caderas, el resultado fue magnífico: ella gritaba de placer. Incluso, en cierto punto nos pareció escuchar que alguien nos gritaba que nos calláramos, pero ninguno está seguro. Más tarde, mientras se limpiaba el semen que corría piernas abajo, confesó que había tenido tres orgasmos. Yo respondí con una sonrisa. ...
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