1. Yago (IV): Una tarde muy entretenida


    Fecha: 09/09/2018, Categorías: Gays Grandes Relatos, Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... recepción. La comida resultó abundante, aunque ruidosa; a pesar de los esfuerzos que hacía el Marqués, para que resultara tranquila y agradable. Las mujeres se mostraban dicharacheras y divertidas, con las ocurrencias de D Pedro; y algunas damiselas, se atrevían a coquetear abiertamente con el Conde, que soltaba grandes risotadas con demasiada frecuencia. Sin embargo, Choisely, se sentía abrumado por la belleza de algunos de los sirvientes que habían llegado con el Conde; y sobretodo, muy excitado, por la charla que mantenía con el machote que habían sentado a su derecha; un oficial de alto rango, al servicio del Conde, con el que, poco a poco, el francés, empezó a tomar confianza. Hubo un momento, en que su atrevimiento le llevó a ponerle una mano sobre la pierna, mientras mantenía una agradable conversación con la dama de enfrente. Pero, su atrevimiento creció hasta el punto de atreverse a dejar caer la mano entre las piernas del oficial; y acercándose a él, simular que prestaba atención especial a uno de sus comentarios... Con la mano, tan bien situada, empezó a recorrer la pierna más cercana, desde la rodilla hasta la ingle durante buena parte de la charla. Y luego, más decidido, empezó a acariciarle los huevos, sin dejar de observar el semblante del oficial; que no daba la más mínima muestra de desagrado. Por el contrario, mantenía la compostura, sin que se notara, en absoluto, el trajín al que el Sr. Duque estaba sometiendo a sus partes más nobles. Entonces, el Duque se ...
    ... lanzó en picado. Y con la tranquilidad y la confianza que el oficial le ofrecía, no pudo contenerse, ante la idea de meterle la mano en el calzón… … hasta que, al finalizar la comida; y llegado el momento en que algunos comensales empezaban a pasar a otro salón, decidió terminar con su postre, y con gran sutileza le hizo saber al oficial que le esperaba en sus aposentos. Se excusó ante su anfitrión; y pidiéndole permiso, se levantó de la mesa para retirarse. El cabo Gabriel, lo había visto todo; y rápidamente, regresó a su cuarto, miró debajo de la cama para comprobar si Yago continuaba oculto debajo de ella y se desnudó para bañarse en el barreño de agua caliente que tenía preparado. Pero, el Duque, pasó de largo; y muy decidido, entró en su recámara, para avisar a su secretario de la inminente llegada de un tremendo oficial, guapísimo, con el que iban a pasar la tarde muy entretenidos; y volvió para asegurarse de que la puerta quedara entornada. Étienne, con la complicidad del Duque, se había escondido tras los cortinones de terciopelo del gran ventanal, y desde allí, esperó a que el Duque le hiciera una señal. Choisely, por su parte, se sentó en el bureau, de espaldas a la puerta; y se dispuso a esperar al oficial. Con mucha discreción y cierta habilidad, Sarasola se había quitado de en medio; escabulléndose entre los invitados y pegándose al servicio, que subía y bajaba indiscriminadamente por las escaleras que llevaban al primer piso. Y, mientras el Marqués departía con ...