1. El Juego


    Fecha: 30/09/2018, Categorías: Masturbación Hetero Autor: Irina, Fuente: CuentoRelatos

    ... Acabo de desnudarme y entro en la ducha, permito que el agua fría caiga sobre mi cuerpo durante unos instantes, es un ritual. Voy graduando el agua a tu gusto. Deseas que este muy caliente, todo lo que yo pueda soportarla, que me sensibilice la piel, más de lo que ya está. Cuando llego a este punto, olvido todo, apoyo mi frente en los azulejos y dejo que el agua corra desde la nuca hasta los pies. Adoro esa sensación de estar aislada, el sonido del agua, la calidez y la fuerza del chorro sobre mis hombros y la columna. Me lavo el cabello, nunca me siento completamente limpia si no lo hago. Y tú quieres que lo esté. Enjabono mi piel centímetro a centímetro, me acaricio con la esponja, insisto en mis pechos, los costados, el estómago... Con mis manos llenas de espuma vuelo a ser consciente de tu mirada, y ralentizo los movimientos. Empiezan a ser caricias, caricias perversas, porque sé que me miras. Juego con mis pezones, con mis caderas, levanto un brazo, para enjabonarlo cuidadosamente, me giro mostrándote mi espalda, antes de inclinarme a lavar mis piernas, empiezo desde el tobillo, con ambas manos, y me parece escuchar cómo se acelera tu respiración, al observar mi culo y mi sexo desde esa postura. Una calidez líquida se dispara, repentina, en mi estómago al pensar que podría hacerte perder el control. Sonrío para mí con los ojos cerrados y esa imagen tuya contenido y conteniéndose me induce a ser un poco más atrevida. Paseo mis dedos sobre mis nalgas, acaricio y resigo ...
    ... con sus puntas enjabonadas la línea que las separa, juego un poco con el pequeño orificio, tan sensible, juego a enjabonarlo bien, para tu deleite. Me enderezo, y vuelvo a mirarte a los ojos. Ahora casi con descaro subo una pierna al borde de la bañera, deslizo la mano por mi sexo, lavando cada pliegue, cada rincón con suavidad. Empiezo a transpirar a pesar de la humedad, la temperatura de mi cuerpo y mi imaginación han ido subiendo. Me siento líquida y extraña. He dejado que de nuevo el agua muy caliente corra por mi cuerpo, llevándose la espuma. Envuelvo mi cuerpo en una toalla, grande, esponjosa, que me encanta. Y casi sin mirar al rincón donde tu esperas mis próximos movimientos he abierto la puerta del baño. Sobre la cama me espera, no un camisón, sino una larga bata blanca. Tiene un aspecto virginal e inocente. La deslizo sobre mi cuerpo aún mojado y su tacto de satén, suave y aterciopelado desmienten su aspecto, me hace sentir voluptuosa y entregada. Ato la cinta de raso a mi cintura cerrándola contra mi cuerpo. Te miro, ya casi no necesito imaginar, estás aquí conmigo, sentado en la orilla de la cama. Vuelvo a ruborizarme cuando te pido que me sigas, y te llevo a la habitación que es más mía en toda la casa. Aquí donde escribo, donde estudio, donde dejo aflorar lo más íntimo de mí. Hay un enorme armario con puertas de espejo, donde podré mirar mi cuerpo para ti mientras me masturbo. Entras conmigo, penetrando en mi intimidad de una forma que no lo ha hecho nadie. Te ...