1. Una historia de amor filial


    Fecha: 09/10/2017, Categorías: Incesto Autor: barquidas, Fuente: RelatosEróticos

    ... le dijo nunca nada de los “juegos” de su madre, aunque pronto supo que tampoco hacía falta pues el buen hombre estaba al cabo de la calle de todo, pero se lo callaba, se lo “tragaba”, pues la quería demasiado para enfrentarse con ella… Y perderla. Pero ese odio que hacia su madre crecía era extraño, pues una cosa también crecía dentro de él: La necesidad de verla en pleno “juego”. La desnudez de su madre se estaba convirtiendo en obsesión para Daniel. Necesitaba, como el aire para respirar, verla, admirarla. Admirar esos senos, esas caderas, esos glúteos… Pero sobre todo ese punto en su pubis depiladito en triángulo invertido… Admiraba, adoraba y odiaba a un tiempo ese cuerpo desnudo, la salvaje belleza de la mujer de casi treinta años que entonces era Elena, su madre, su madre puta y mil veces puta. Pero no podía remediar el desear verla. Se empezó a odiar a sí mismo por esa obsesión que, al unísono, le embriagaba y le atormentaba. Los años siguieron quedando atrás y Daniel estrenó sus quince-dieciséis años. Para entonces su madre había trasladado el “picadero” a la casa del amante si su mujer estaba ausente en esos momentos o, lo más normal, a un más que discreto hotel donde los clientes sólo son el señor y la señora “tal o cuál” sin más documentación para inscribirse que el D.N.I. del señor. A tal decisión llegó Elena porque su hijo se hacía mayor y le empezó a dar corte que la viera subir al dormitorio con el “amigo” de turno, aunque también porque “Danielito” cada día ...
    ... estaba más borde con ella por aquello de sus “juegos”. Pasaron más años y Daniel, con su dieciocho cumpleaños celebrado unos tres meses atrás salió de casa. El casi adolescente según crecía se definía más y más como un chico serio, formal y responsable, amén de excelente estudiante que sacó el bachiller y el Acceso a la Universidad con brillantes calificaciones, lo que holgadamente le permitió escoger la carrera y Universidad más a su gusto. Eligió hacer dos carreras al alimón, Empresariales y Económicas, y Universidad en Barcelona, por lo que marchó de casa. Quería alejarse de ella, de Elena, su madre. La relación madre-hijo, no era ni buena ni mala: Simplemente se ignoraban sin mediar más palabras que las imprescindibles. Vamos, que él pasaba de ella y ella le correspondía en la misma medida. Mientras Dani hizo primero y segundo de carrera volvió a casa por Navidades, Semana Santa y verano y poco a poco empezó a sentirse mejor en casa. En esas esporádicas visitas comprobó que su madre prácticamente había dejado de salir sola, pues las pocas veces que salía sin su padre lo hacía con dos buenas amigas de antaño, Carla y Mari Jose, esposas de dos amigos de mi padre, tan serios y formales como su progenitor, y si alguna vez lo hacía sola, cosa de verdad rara a esas alturas, él podía comprobar que no lo había hecho para “jugar”, pues el tiempo fuera estaba medido y justificado por las compras que traía, hechas en “El Corte Inglés” de Castellana o Argüelles, y si tenía en cuenta el ...
«12...456...16»