1. Mi madre es una pinche güila


    Fecha: 06/10/2018, Categorías: Sexo con Maduras Voyerismo Tabú Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    ... acompañarme temiendo que hiciera una locura pero logré convencerla de que eso sería lo último que haría en ese momento. Yo sólo necesitaba estar un rato solo. Reflexionar.Me fui al baño y me encerré ahí para seguir viendo las imágenes. Ya totalmente en privado pude sacármelo del todo para poder manipularlo con libertad mientras continuaba mirando la grabación.Mientras volvía a ver la escena noté que mi esposa miraba hacia cámara. Como si supiera que el celular estaba ahí, grabándola.«¿Se dio cuenta de que estaba siendo grabada? ¿Estaba haciendo aquello con total consciencia de... actuó con total malicia?», pensé.No, claro. No sería capaz de tal crueldad para con su hija; lo que pasaba es que, seguramente, Ana se miraba en el espejo del tocador que estaba en esa misma dirección.Al ver con qué contundencia era penetrada tuve que admitir que yo ya no podría ser tan intenso en la cama. Por los quejidos de mi mujer era notorio que le encantaba ser empalada por un hombre joven, joven y con ese brío tan natural en él. Ella no debía de sentir ni un atisbo de culpa por lo que estaba haciendo, me daba perfecta cuenta.Y de seguro que, quien la viera en ese momento, no la calificaría de geniuda; enojona o de peleada con la vida, sino por el contrario, de toda una hembra entrona que sabía disfrutar del sexo. Es más, ni siquiera protestó cuando aquél le jaló de su cola de caballo.La pareja cambió de postura mirándose ambos en el espejo del tocador con mucho morbo. Hombre joven y mujer ...
    ... madura mirándose, sabiéndose conectados entre sí por sus sexos, y evitando desprender tal unión mientras mudaban de posición.Mi mujer, mi hembra, se montó sobre el firme muchacho como si éste fuera su trono. Con total dominio.El trono de mi reina, eso es lo que Tulio era en ese momento. Y ahí estaba la mujer más plena del mundo, sabiéndose imperiosa como pocas.Luego a hacer movimientos de ranita:Y si bien notaba que ella lo gozaba, aún así, instantes después, dio una orden:—¡Cógeme! —gritó mi mujer.—¿Qué, no es lo que estamos haciendo? —le preguntó el otro.—¡Quiero que me cojas tú!, ¿qué no eres el hombre? —le contestó mi esposa.Fue así como se dispusieron, ahora ella boca abajo y él sobre su espalda. Y como primates menearon el culo. Uno para dar y la otra para recibir.Aquel hábil muchacho le sacó aullidos a mi esposa, los mejores que hasta el momento le he escuchado. Y ella meneó la cola tan diestramente que, a su vez, y en pocos minutos, le sacó la leche. Pude ver cómo Ana María hacía movimientos bien cachondos los cuales de seguro exprimieron al chavo hasta la última gota.—No te salgas, no te salgas... no te salgas, no te salgas... ay, qué rico —fueron las palabras de mi esposa Ana María que cerraron aquel encuentro sexual con el muchacho que fuera novio de su hija, nuestra hija.No aguantaba más, me sentía con la sangre que se agolpaba en mi cabeza. Sentía que las sienes me iban a reventar. Tenía que ver a mi esposa.Volví con mi hija y le dije que iría a hablar con su madre. ...
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