1. Atracción fatal o amor prohibido (1): Algo más que sexo


    Fecha: 09/10/2018, Categorías: Incesto Infidelidad Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... meses que está en tratamiento médico y por eso está en abstinencia. Yo también en abstinencia por desavenencias conyugales, conviviendo pero sin sexo de momento. - Ah, entonces atravesamos el mismo desierto, sin beber del “agua de la vida”. - Y… sí, pero… ya que estamos sin… ropas y con muchos deseos… podemos… hacer algo parecido que no sea tomado como sexo. - Oral? - Claro, oral, pero no hablado. –risas. – Bucal, comerte… - Bueno… nos comemos? Y no es sexo, verdad? - Claro. A comernos!!! De todos modos no se anima, debo ser yo que me acerque y tome la camiseta debajo de la cintura y jalo hacia arriba, ayuda elevando los brazos y la retiro totalmente. El instinto de pudor le hace cruzar los brazos sobre las tetotas, claro, los vellos negros se muestran indefensos en la entrepierna expuesta a la codicia lasciva de mis ojos. - Tranqui, somos hermanitos, sigamos bebiendo. Un brindis? Fue el envite preciso para distraer sus manos y elevar la lata para el chin chin… Oh!!! los pezones quedaron expuestos en un primerísimo primer plano que me cortó la respiración. El gesto de sorpresa y admiración dominó la escena. Sentía y apreciaba el mimo de ser admirada y deseada, en ese momento no reparaba en su desnudez sentí que era una mujer en la indefensión del halago del hombre que transmite la honestidad brutal del deseo, disfruta el agasajo de que disfrute el atrayente espectáculo de tamaña belleza mamaria como la octava maravilla. - Eh, qué te sucede, hermanito… - Es que… me perdí ...
    ... mirando estas bellezas… Había perdido el sentido de la realidad, por instinto acerqué mi mano para posarla sobre su pecho, encerrando el grueso pezón en la palma de mi mano. Lejos de retirarla, disfruta la calidez del halago masculino, sentía latir la textura de la mama, la rapiña del fruto prohibido que atraviesa los sentidos el deseo del hombre por una mujer. Sentía el lisonjeo de mi admiración, el abrazo llevó a tener mi cabeza entre esas dos carnitas que me hacían delirar a morir. - Tanto te gustan? - Más… comerlas!... - Cómelas! Se sentó en el sofá reclinada sobre el respaldo, ofreciendo todo el panorama de sus tremendos pechos como oferta, piernas entre abiertas mostrando el brillo emergente de la vulva entre la cortina de vellos púbicos. Inclinado sobre ella, había atrapado ese grueso y tieso pezón derecho entre mi boca, labios y lengua buscan nutrirse del sabor de la calentura que despierto en ella. La calentura nos invade, dulce tentación de comerla de un bocado, ella por dejarse comer. Manosear y exprimir esos tremendos pechos me obliga a mamar con la potencia de mis ganas de sexo. Los gemidos se producen en continuado, desde la primera lamida todo su cuerpo se agita, remueve y convulsiona, no encuentra forma ni postura para poder soportar el apremiante asedio de mis labios y lengua por robarse su excitación, apretando y agitando, no puedo contenerme y por momentos muerdo con vehemencia tratando de encontrar el dominio. Las emociones la descontrolan, se agita afiebrada, ...
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